martes, 30 de diciembre de 2014

Redundancia blanca

Prepotente el que no
predomine entre los neutrales,
así nos dominan, a base
de normas,
conceptos anormales
que conceptualizan el mundo
y cuando dices que nadas
entre sombras de ultratumba
se cierra la tapia y se inunda
la nada.

Rayos que se escurren

De todos los silencios
escogí el que me ofreciste más cortado
y ahora sangro toda tu voluntad,
mis manos desaparecen
en la luz
a través del Sol,
mi sombra no se manifiesta,
como siempre.

La muerte de la materia

Las ramas golpean mi cara
sin necesidad de impulso
pero yo no quiero hablar de cosas
concretas
deseo ejemplificar metáforas
es decir,
nombrar cosas concretas
de forma casi aleatoria,
pero el lenguaje no es puro,
debería hablar desde
el silencio.

Café y tila

Yo bebía de todos los arroyos del parque
los que yo había convertido
en mi bebida espirituosa,
a veces me daba sueño
otras ganas de llenar el pozo
lanzarme adentro
fingir desaparecer
tras una fila de hormigas
y llegaron tus manos
y secaron el río
a base de llover estivalmente
llenaste las acequias
bebimos de eso
y de esto
y ahora compartimos sangre
que no es roja ni azul,
somos esféricas y multicolores,
le damos la vuelta
al mundo.

La separación de las aguas

Como esa radio decorativa inservible
es posible que seamos todos
si no rasgamos las telas,
ocuparemos el tiempo
y también el espacio
cada vez más tiempo
cada vez más espacio
cuando la lluvia nos atraviese
no permitiremos que toque el suelo
estaremos para cubrirlo todo
para matar la tierra
pero rasgad las telas
sed coladores
dejad que la tierra se nutra.

La cinta que se eleva

Demasiado nulo
para ser un espectro
y qué pasa si me nombra
nada, absolutamente nada
callarán
en silencio
en el más eterno silencio
en el que no pasan las horas
con las manos atadas
a sus bocas
con los pies clavados
en el suelo
dirán que me fui
dejándolos en la estacada
pero todos nacemos
colgando de una
sin pertenecer a nadie
sólo a merced
del silencioso viento.

domingo, 21 de diciembre de 2014

El viento me mató en invierno y todos nos reímos mucho porque fue banal mi muerte, casi ridícula, él me mató físicamente y eso es muy gracioso. Que nada afecte al alma antes de morir es casi una broma de mal gusto, un final jamás admitido. La mayoría son arrastrados al otro lado entre risas y fiestas, sacados del supermercado, lanzados muy lejos, nadie asume la pérdida, es algo así como este gato que vive en mi casa y no tiene nombre.
Seguimos en pie porque no hemos conseguido nada, andamos siempre con la solución perfecta en la mente, condenándonos, nos mantenemos vivos porque estamos incompletos. Cuando la obra perfecta acaba se abandona el lápiz y se quema el cuaderno, muere el autor. Se salva, se invocan otro tipo de cosas, otro tipo de lugares que jamás se pronuncian, que no se pueden pronunciar, desaparece la lengua, el idioma, los pies, desaparecen las sombras y los cuerpos. Mientras tanto se afilan los lápices y se ordenan los folios, se ejercita la lengua, se maquillan los cuerpos, se alaban las sombras.
Busco la desconexión perfecta, la interrelación de dioses ajenos. Y aun cuando no busco miento, los dioses comparten casa, acabo de decir que busco, ahora no busco, acabo de decir algo ajeno, todo nace en el mismo lugar, acabo de decir desconexión y mi sangre está siendo bombeada. El lenguaje es puro cuando no se utiliza, las manos siempre inmaculadas, es tarde para practicar la taxidermia, cortado todo parece menos violento, es decir, fraccionado, el dolor se mide por conjunto, pero cuando sólo un brazo o un corazón que aún late fuera del pecho el dolor vuelve a su conjunto y no lloras por el brazo o por el corazón sino por el cuerpo incompleto, por el agujero en el pecho, por  la falta de continuidad, de sintonía.

Un año de cualquier siglo, ojalá entraras más adentro, ojalá no existiera este vacío, este escepticismo, este querer cambiar continuamente la situación para no encontrar nada. La lluvia es acero, desde la ventana se ven las rejas dentro de los espejos, ojalá no encontrara definitivamente la salida y dejara de buscar. Las noches por primera vez son inútiles-no, lo fueron siempre-pero no quise saberlo, no quise entender que más allá de mí no hay nada y lo peor, que dentro de mí tampoco hay nada, hablo para no entenderme, no quiero entenderme, no quiero que nadie me entienda, el frío corta, pero ¿sabes? el calor también, no debería pronunciarme, busco el silencio.

No traen sabiduría las palabras, pero una sola frase buena y habrá merecido la pena, una “saca el lápiz, remarquemos, rodeemos” y habrá merecido la pena. La iluminación llega cuando no hay lápiz ni libro ni necesidad de palabras, cuando hay luz y cuando no hay luz, cuando no importa si hay o no luz. Las paredes me dieron el impulso final, yo saltaría de cualquier parte si me aseguraran que viviría en caída continua, pero para qué saltar, si mi presente es fugaz, si mi presente es la daga y la sangre que brota. Para qué saltar, si mi presente también es finito, no, eso no, pero lo será.
Odio la poesía y todo lo que la envuelve, los absurdos rituales, la falta de rituales. Odio mojarme en invierno, vivir en medio del desierto cuando nadie está. Esperé, quizá no, pero me daba la sensación de que esperaba, tenía la alegórica imagen de mi cuerpo gris acerado sobre el asfalto, sentada con las piernas cruzadas. Esa imagen me martilleaba el pecho durante toda la noche, pues siempre he sabido, igual que entonces supe, que la espera siempre es estéril, que esa imagen iría cada vez asentándose más en mi pecho, cerrando el vacío entre mis manos, temía aferrarme a ella, que ella se pegara a mí, ser uno, yo y la espera. Yo la que espera. La espera que nada trae, la inexactitud del tiempo, la improductividad, el incesante correr de nada.
Y fui a ese lugar donde las sombras se ocultan de las sombras, debiste decir “es tarde, es tarde” la noche se contonea allá arriba y nos lo impide todo, lo concede todo. Abre los brazos y las piernas y nos atrapa. Como si caer no sólo fuera un mero proceso utilizábamos todos los sinónimos posibles y presumíamos de ello. Éramos la vanidad, la banalidad. El humo que no precede al fuego, el humo por el humo, puro presentir lo absurdo. Lo más presuntuoso del mundo. Fuimos la estatua, la esfinge, las navajas entre los dedos, las partidas en la mesa, en las estaciones, en las muñecas, los brazos rotos, las lágrimas rodando por las mejillas, los hospitales, las salas. Fuimos las mesas rotas y las muñecas abandonadas, los círculos vestidos de blanco. Mientras seguíamos en pie, permanecíamos inmutables, daba la triste sensación de que permaneceríamos de forma perpetua.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Diciembre

Te mojas los brazos,
te cortas el alma,
beso al aire,
me esfumo,
me cortas en trozos,
te mojas.

Se oyen risas que se alejan
de la risa de nuestra garganta
y manos que rozan la carne
que se mete en nuestra carne.

Anoche era demasiado tarde
para empezar a decir
cosas que aún no comprendo
y este espacio que desfila
entre mis dedos
es sólo la salvación alegórica
de tu estatua. 

El arte no tiene historia

“Arte o muerte” gritan las paredes
pero las paredes no gritan
por lo que esto tiene que ser arte,
quien escribe se mata literal
y artísticamente,
dicen las paredes.

Pero quien no escribe
no se mata sobre las paredes
sino que literalmente
comete actos físicos
que atan las manos.

El que no ríe
no escribe la historia de la risa
y que no importa
que por mucho que escribas
si no lloras, mueres,
pero que el arte
es matarte durante doce meses
para escribir la historia
del llanto.

Irremediablemente anónimo

Me parece demasiado triste la realidad
como para contarla
ni escribir salva al que muere
por amar demasiado la vida,
pues me parece demasiado triste
como para escribirla
y recitar es para poetas sin nombre
o borrachos anónimos,
lo mismo,
es triste vivir sin contar
que se ha vivido
y que la vida avance
sin tenerte en cuenta.

Entrevistas a los más necios

Presidía de forma anónima entonces
como ahora los mismos escenarios,
referirme a mí en pasado
significa matarme en vida.

Quisieron mis lágrimas de barro
y todas mis manos anticipando
las derrotas.

Disentía por norma
pero vivía en consonancia.

Los latidos ahuyentan al lobo que habita en la cueva.

Los ojos son para los que están muertos,
para los esclavos.

Tomad mis manos y mis pies,
se escurrirá mi sombra
y aun cuando cercene mi vida
por la mitad
mi cuerpo apático abandonado
al otro lado de la franja,
seré yo la que atraviese los colores
seré yo la que tiña los colores,
la que siempre redunde después
de mi primera creación,
la que renazca sin haber muerto.

Cuidado al darle la espalda al mundo
porque es redondo y licántropo.

Ritmos se aturullan al salir del paso
al sentarnos en los bancos
al volar escenarios típicos,
y más allá no hay nada
ni ojos con los que mirar
al vacío
ni vacío con el que explotar
las manos
pero aquí tampoco hay nada
aunque las respuestas resisten,
construyen cimientos falsos
y visten a la muerte de fiesta.


Hablamos de órdenes míticos

Todo eso se empezaba a convertir en la zanja
de los lugares oscuros
que atrapan las sombras a las que persigo.

Todo eso, y todo esto,
mi sombra, mi tumba.

No importa la prosa o la daga,
los ojos o las manos,
las manos tapándose los ojos,
los ojos en las manos
siempre para no ver
para no ver el legado de tu sombra
porque obedeces tu destino,
obedeces ácrata,
caminas huyendo para encontrarte
con tu sombra,
te persigues la cola,
siempre
como un perro encerrado.

Huella sobre el charco

Hemos cambiado los nombres
siempre para remitirnos a lo mismo,
es la senda de las obsesiones
las que nos trae a casa,
a este nuestro fortificado hogar,
el que nos mata
y nos impide la huida,
pero queremos vivir en paz,
arriesgando lo justo,
oxidándonos
siempre oxidándonos
lentamente
como el agua que resbala
en los cristales
de castillos viejos.

Estamos irremediablemente
exentos de culpa en vida
pues es algo que no ocurre
algo que aún no ha ocurrido.

En la caja donde se guardan
todos los sueños
se encoje la mente
que los creó un día
y esa mente es el reflejo
de otras mentes
que apresan al mundo
tras el muro machacado
de las sustancias fortificadas.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Quieren humo

Salta dentro de la caja
y huele a plata
debajo de la mesa.

Las suelas de los zapatos rasas
y tablas colocadas encima
de macetas.

Llora corriéndose
a punto de olvidarse.

Le asusta la enemistad del mundo
que contempla entre las manos.

Enfrente, dos perros se saludan
mordiéndose la cola,
en el centro de la plaza
dioses juegan a crear
revelaciones.

No hay libertad en el vaso
para el que corre las cortinas.

Tú, tú y tú

Él no aprecia que tras la sombra
del árbol
está el árbol.

Bebe ron olvidado,
roba pan e incienso,
es sofisticado en vicios.

Quizá no se esconda
porque él es ciego.

Quizá se esconda
porque él es ciego.

Ningún santo salta
a la comba
en palacios ajenos.

Es decir, nos divertimos
observando
lo que odiaríamos hacer
en carne ajena.

Ella no llama a las tres
de la mañana a casa
ni suplica astucia
para conseguir excusas.

Nos sentamos aburridos
de nuestro propio absurdo
y eso que aún no hemos comprendido
la esencia del templo.

Odisea posthibernatoria.

Es sangre mojada
la que cala el techo
de las casas deshabitadas
donde ya no te busco.

La noche ha dejado de ser
siniestra
pero jamás dejará de ser
maldita.

La solución es abrazar
dogmas de coña
e incrustarlos
en los puños para cuando
los lances
y esta es la panacea del necio,
el saber que sabe
por ignorar lo que acepta.

Seguiremos en bares
y en mausoleos
ensalzando vacuos cetros
de sangre contaminada.

El gas que huye de los mecheros

Riman los versos que deshago
en vano,
en mi mente el veneno
es prosa para el mendigo.

Esto se aleja de lo lineal explicativo
pero rasca nucas ajenas
con fuerza e ímpetu.

Noches como rodajas
del espacio-tiempo
no planificado.

Restos de las catástrofes
expuestas en museos cotidianos.

Lo trágico no es abrazar
el ábaco,
es calcular minuciosamente
las plumas que pierdes
hasta la tumba.

Desidia subterránea

Y fuego
y agua estancada
y charcos
de barro y semen
y un mundo que voltea
lo redondo de su propio centro,
es la lava que sube arriba
e incendia edificios,
son las penas que irradian
las ganas de verte
cuando no encuentro espejos.

Fumas opio
en alguna nube
pero llueven deseos
no manifestados.

Se frustra el santo
lejos del templo
que lo repudia,
se frustra el sabio
lejos de la orilla
que lo proclama.

Abajo no hay luz ni moscas
ni días como navajas.

Arriba hay copias
similares a las copias
de lo abstracto que no nombran.
Poner demasiado empeño en el odio es en realidad camuflar un amor imposible. Yo decía, odio la paz y el calor, pero ardía de frío. He pasado meses zambulléndome en un mar que rechazaba la calma pero que necesitaba ser acariciado. He perseguido bombas atómicas para volar los refugios que en realidad ansiaba. Me anticipaba siempre al desastre. Los dramas cotidianos son ignorados por los que son incapaces de enfrentarse a ellos, pero se hacen los profundos rodeándose de banales gritos vacíos. Sabes que hay belleza en todas partes, lo que te convierte en alguien profundamente bella, somos lo que no sabemos, somos cuando no nos miran. De reojo todas las noches brillan de distinta forma y es que enfrentar la inmensidad lo cubre todo de negro. Otro invierno, el mismo vaho, los mismos caminos. Llegó la paz, llegó el templo. La antítesis es la antesala al encuentro, yo te buscaba sin saber que existías tras el humo, tras los líquidos rasos, tras las sombras que proyectaba mi figura extasiada. Es posible que en soledad los ecos suenen más fuertes, son sabias señales directas a las sienes de quienes los proclaman. Necesitamos un choque que pare el ruido, que trasforme los muros en losas, que las haga volátiles. Yo no acostumbro a escribir para relatar, de forma lenta ni pausada, yo me rajaba en líneas y no sangraba por los ojos. Hoy el tiempo parece detenerse de una forma nada apática, todos los vacíos encajan. Quiero decirte que las mayores declaraciones de amor no se hacen, que esto sería el equivalente a una chimenea encendida, salvavidas en el Ártico.  

miércoles, 29 de octubre de 2014

No, no, no

Dejando atrás los tópicos
el mundo no es un lugar bonito,
cuando la muerte
es una amenaza continua
a tu mente
empieza a ser la respuesta adecuada
reírse provocándola.

Agarrar una botella de vodka
y una cuchilla
y decir “estoy viva, es mi decisión”
empezamos a dejar de ser esclavos
para convertirnos en amos.

La muerte se postra a nuestros pies
y nos implora,
“déjame más margen”

Ahora empieza el juego.





Estrellas fugaces

Me dejé las garras
amontonadas en algún lugar
y saqué los puñales de mi espalda,
las letras me siguen
y no se ordenan bonito,
pienso que debería besarte ahora,
que es bonito que no se ordenen.

Sé que a pesar de todo tú entenderás
que yo no puedo vivir sin caos
pero que el tiempo se detiene
de vez en cuando
alargándonos,
haciéndonos eternas.

Tus dunas

Los estratos desordenados
a base de golpes certeros,
amanece también como metáfora
pero aquí es de noche
continuamente.

Se cierran demasiadas puertas
y se abren pasadizos
donde no cabe mi pecho.

Pensé, una tarde como esta,
que lo mejor sería
dejar el corazón a un lado
pero hoy hace demasiado frío
y sólo pienso en
instalarme en tu espalda.

No sobrevive la mente

Siento los reflejos de tu piel pálida
en mi nuca
y pienso que a veces
está bien no matarse.

Somos demasiado trágicas
para una verdadera tragedia
pero que estoy segura de que
algún día lloverá eternamente.

Llegados a este punto
pienso que lo más sensato
sería obrar más allá del bien y del mal.

Llegados a este punto
pienso que lo más real
sería abandonar la sensatez
y sentarnos bajo la lluvia
de octubre,
de noviembre,
diciembre, enero…

Pienso que lo mejor sería
dejar de salvarnos
y vivir bajo la lluvia,
besarte cuando no me veas,
no sobrevivir eternamente,
permanecer perpetuas,
deslizándonos bajo
todo lo que ya conocemos
y aún así
no queremos materializar.
Intento romperme, dejar de ser todo esto, pero aún no he recibido suficientes golpes, es irónico que mi forma de pretender salvarme sea golpearme fuerte en la nuca, por todo el cuerpo. Las heridas cicatrizan hielo y duermo demasiado bien para ser casi invierno. No hago apenas nada, intento llorar de verdad, no puedo. Intento escribir de verdad, no puedo. Estoy amurallándome en mi propia trampa y nadie parece verlo. Dirán que he traicionado la lealtad y la libertad, dirán que soy demasiado mala. Yo lucho por romperme pero todo esto se está convirtiendo en una estampa estúpida. Yo golpeándome contra el mundo.

lunes, 27 de octubre de 2014

No pretendo arrastrar conmigo a nadie al mar, ni nadar sobre sangre ajena. Será lo mejor, perdona, no soy buena. He perdido mil veces, es hora de cambiar el juego. Quiero dejar de jugar, liberarme, abandonar lo que me mantiene con vida, lanzarme al desastre. Dejar de vivir sin empezar a morir, vivir en el limbo. Quiero alejarme de los dramas, no refugiarme en cáscaras, dejar los sustitutivos, los vicios, los nombres. La paz, la temida paz. Quiero abandonar a mi ego, que no me llame borracho, que no se corte en versos.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Me gustaba más mi época de autodestrucción consciente, me daba vida. He intentado empezar a cuidarme, abandonando hábitos insanos, ya sabes, e irónicamente me está matando. El tiempo cae como un pájaro herido sobrevolando un acantilado y se clava en mis costillas cuando me nombran. Debo de tener algún tipo de trastorno disociativo, el mundo se desdobla a mis ojos y me asusta enormemente el paso del tiempo. Soy ajena a todo lo que me mantiene inmersa. Cuando necesites que te diga “quédate” no lo haré y sé que te irás y yo me quedaré aquí, matándome por no matarme, salvando a la muerte con mi muerte, invocándote mientras te alejas, no echándote de menos.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Siendo siempre principiante asombro mi propio ego dando muerte a lo que no me mata. Después de mil noches apocalípticas decides marcharte y cerrar la puerta, y adentro nada cambia, nada fluye. El incesante correr del tiempo transforma el aire en cemento y solidifica cada habitante del pequeño reino del presente. Hemos sobrevivido a cosas peores y abajo nos esperaban todas las sombras de las que huíamos, en aquel entonces yo no podía detenerme y dormía siempre como última opción. Ahora descanso el descanso de no esperar nada y me aferro a cualquier excusa para mantenerme en el limbo. Habito donde nadie entró y me mantengo en el aire sostenida sobre teorías, así vivo, prácticamente inexistente, textualmente oscura, parcialmente difuminada.

Y viceversa

Desnúdate y cae dentro de mí
como quien se resigna.
Esta noche no quiero matarme sola.
Gilipolleces varias. Es así todos los días. Dime que tú también vives de noche, es sólo la salvación de los débiles, la sensibilidad extrema arma por sí sola corazas y abraza las lanzas que dejas clavadas entre las piernas. Mil kilos de cemento para  el que se instaló en tu alcoba, dile que esta noche no nieva, que no vienes, ya no lloras cuando ya no sientes. Todo es falso y el sentimiento más mortal es vivir por la necesidad de tener una muerte más noble, el absurdo abrazo con la nada, el beso de despedida en la nuca. Nadie me ha dado vida, nadie me dará muerte. Creí caer cuando sólo me precipitaba. Afuera llueve mil siglos y la ausencia dejó de ser un problema, frente al espejo ya no me encolerizo y empiezo a crear funciones de estabilidad atmosférica. Ha caído el último edificio y en tu pelo nadie edificó su casa, siento desilusionarte ahora, pero siempre me pareciste abrumadoramente pésima.
A raudales fluye dentro de mí todo lo que no expreso de forma hablada, dialogar va siendo cada vez más complicado y no acierto a ordenar mis pensamientos ni siquiera en papel. Atenderé a tus súplicas cuando se haga el silencio y satisfaré cada uno de tus deseos más ocultos, pues hoy, y ayer habité dentro de tu piel, donde nadie nunca te invadió. No es un sexto sentido, es escuchar al quinto alumno aventajado y cerrar los libros de texto de una vez por todas. Es decir, desnúdate salgamos de casa, lánzate, mátame. No quiero besos a la luz de la luna ni lámparas que alumbren mi asfixia esta noche. Libre de deseo, libre de pecado. Aúllo cuando se proclama un nuevo ganador y sinceramente todo me parece injusto, los mediocres tienen su reino y el resto vive en un gueto construido a base de sobras.
De salto a salto nos proclamamos héroes y caemos en el error de relegar las elegías a un segundo plano. Olvidamos que olvidar es un concepto heróico y proclamamos que saltar es un tema de vagabundos sin casa. En la cama ya no me esperaba a nadie y desahucié a todo el que quiso instalarse en un rincón de mi alma. He construido con cemento el fuerte más inexpugnable pero olvidé dejar una abertura en blanco por si quisiera marchar algún día. Cederé a tus súplicas porque en ellas escucho mi propio eco, dentro de estas cuatro paredes ya no me reconozco y me alzo por encima de mí como quien jamás atravesará asfalto.

Lluvias torrenciales

Si cae y se expande
bienvenido sea el virus
que todo lo cure
o que con todo arrase
pues no hay medias tintas
metidos hasta el fondo
del pozo donde nadie habita.

Es irónico pensar
que compartimos soledad
y que no hay acuerdo,
que la habitación está llena
de desconocidos.

A solas se recuerda quien era
pero nunca quien es
pues para hablar
siempre debe de escuchar
el otro.
Si nada falla, arrastro y arraso hasta que me hundo. No es mi estilo el pacífico acuerdo parcial entre figuras difuminadas, apático espectro presente en todas las manifestaciones banales. Salir no es salir si mantienes las alas atadas. Volar no es volar en el vocabulario físico, materialmente te diría que la violencia no sirve de nada, conceptualmente estoy demasiado helada para trastocar conceptos abstractos. El invierno se precipita como casi todo lo que recibo, de golpe y sin avisar, siempre sin avisar, quizás aumente la emoción o me haga sentir que el reloj avanza cortándome las venas, ¿sabes? Ahora mismo estamos muriendo, pero no nos importa porque estamos sumidos en una muerte que invade la muerte que debería importarnos.
Me abruma la incesante sensación de asfixia que se produce cuando lo obvio no se materializa y cuando lo material es demasiado obvio. Me arrastró tu gemido infernal empujándome precipicio abajo, cogida de la muñeca vi caer metales preciosos fundidos en ese improvisado iglú. Te prometí algo excepcional, y joder, nos fuimos por la puerta grande, afortunadamente nos fuimos, porque sinceramente, nunca fuiste lo suficiente auténtica como para haber provocado un final más digno, un suicidio al puro estilo romántico. Las breves ausencias ya nunca se sintonizan con mis alcohólicas frecuencias mentales, y es un alivio. Inviernos pasados salir a beber significaba salir a regarte.

domingo, 21 de septiembre de 2014

veni, vidi, vinci.

Diriges mi mundo
como una rueda que oxigena
lo absurdo
de las pajitas
con doble cara
y sin ella
y con prosa,
sin ausencia,
sin vodka,
sin dolor de boca.

Sin ti las noches
parecían más largas
y contigo
ardían como navajas
entre mis dientes.

Me provocas inapetencia
y sífilis.

Te arrastras dentro de mí
y no paro
y no me altero.

Yazgo reviviendo en muerte,
en vida,
en vino.

Yazgo invirtiendo órdenes,
apostando al caballo ganador.

Me solicitan
entre las doce y la una
pero yo me río
antes de que caiga la noche.

Hoy no hay lluvia
y ya no me mojo
con ausencias.

martes, 16 de septiembre de 2014

Asume que el vocabulario es escaso, asimétricamente comprende los gritos que lo zambullen en una fantasía en colores aún no inventados. Le ruega que le abra la boca, se cruza de brazos. No hay proclamaciones absurdas ni monumentos útiles, ironía en la piel del gnomo. Cacarear para dejar de ser, convertirse en y pensar de manera inadecuada. La palabrería ordenada denota mediocridad al instante y esto falta de talento. Di vueltas alrededor de mil noches y en la cama no me esperaba nadie. Rodeé el epicentro del desastre y adentro yo no esperaba a nadie. No temer por no tener es el consuelo del que posee libertad a costa de felicidad, ¿y qué? Si eso lo hace feliz… a la vuelta de la esquina se derrumban edificios y jadean los lados que concuerdan con la ambigüedad instaurada. No quedan normativas orgánicas ni los viejos tiempos llenos de humo en las asambleas. He cedido a voltear el orden contra el que me levanté, girar y girar para matar el tiempo. Matar por no matar. Una mezcla de dualidad y vodka. Esta noche necesito una expresión emocionante. Cenar en familia y acechar cada acto predecible como un adivino trágico, dentro de cien años no quedaremos nadie sobre el planeta, pero seguirá girando y no me importa el legado.
Somos cobardes con vocación de poetas, amantes de tormentas, locos apáticos que esconden bajo la selva el torrente sanguíneo de todas las exaltaciones del mundo. Que no nos digan, rectifico, no es posible generalizar sentimientos antropomórficos pues tras la carne se camufla todo tipo de sesiones sádicas, que
 no me digan que no es fácil sonreír en el mes de mayo, donde firmé mi carta de suicidio por adelantado, donde sentencié, sellé, envié, comprimí, tragué y regurgité mi maldita carta de suicidio, cada uno de los días que pasé a tu lado. Aun cuando hace demasiadas noches que te has ido y empiezo a recordarnos como algo irreal me tranquiliza pensar en esa carta, la única que me salva. En botellas arranco mi furia desaforada y envío amenazas incomprensibles a los transeúntes que puede que algún día me cruce, y si no ocurre mantengo los gritos en el aire y revuelvo sin gracia los despojos de todos los días de invierno. Caer precipitadamente no es caer, es arrastrar hasta el mar todo lo que nunca has amado. Mezclada con las caras se me clavan ojos y pupilas, dientes, uñas… en todas partes de mi cuerpo. Perder tu identidad en mitad de la calle es reafirmar que no fuiste nadie dentro de tu casa, por el contrario sentir un agujero blanco alrededor de tu cuerpo cada vez que pisas tierra, que no te eleva ni te hunde, no te separa ni te acerca. La línea divisoria entre el resto del mundo. Aún no he dividido tu cuerpo en mitad de la nada con las afiladas hojas de los versos que escribí en tu presencia, no es la ausencia la que mata al poeta, nunca, nunca. No he podido encontrar el espacio donde habitas, no te he construido escondite. Avanzar tambaleándose en el centro del apocalipsis y sonreír a los supervivientes catársicos con los dientes limpios y las manos sujetando amarras. Aún no ha caído la última bomba, fabricación prefabricada de ilusos impulsos por (no)volarlo todo.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Hogar inexistente

Gotea
hacia
abajo, resbala
clavándose
sobre las sienes,
acumulándose
en versos apocalípticos,
nadie ha invadido mi templo,
templo que nadie ha construido,
es la calle el hábitat de todos
los fugitivos,
atormentados idealistas
que huyen de su reino
inexistente
para no llorar
cuando no se acoja
a su mente anoréxica.

Adaptándose al frío glacial
de las noches sin abrigo,
inesperadas,
no duele improvisar
sobre la mierda.

Nativos sin patria

La habitación se encoje
sobre mi espalda
e ignoro lo que no provoco
siendo siempre consciente
de mis ofensas.

No importa que llueva lava
y que no estés para
inhalar el vapor
que desprende mi cuerpo.

Se vive infinitamente mejor
de imaginación improductiva
pues los sueños,
altos e inalcanzables
son infinitamente más bonitos.

La sangre no brota
de los tejados de la ausencia
pero cala la trastienda
donde guardas
todas las balas en la recámara.

Se oxidan las salidas
que no se usan
y por si acaso acabamos locos
nos vamos rápido a otra parte,
volamos la casa
y empezamos pintando
las paredes de blanco.


Camino a

Todos tenemos  a quien escribir
y motivos suficientes para matarnos,
excusas para no buscar,
excusas para no hacerlo.

Caí en la cuenta de que el sol quema
medio grado por idiotez ignorada
y la consciencia de los rayos
hacen arder la mente lúcida.

La salud se chamusca
en busca de la sabiduría
pues hay que abrirse en canal
y buscar palabras
entre las vísceras.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Uniforme escolar

Afuera hay un alma sedienta
que grita
y todos escuchan sus súplicas
arrodillándose,
apáticos se deslizan
sobre su canto maldito
y se tiñen de rojo sus sombras,
poco a poco
se desdibujan
en una mancha sangrienta
que imparte lecciones
de moralidad.

El resto, al fondo,
se mantiene en el aire,
saltando la masa sangrante
de desdibujados sentimientos
y se alza mordiendo puños
que surgen de la nada.
Creo fallar en la inspiración de un hombre que aún no ha nacido y me refuerzo rodeándome de aire comprimido en paredes diminutas que se difuminan en la distancia. En la lejanía sólo aparezco yo en lo alto de una montaña, nada alrededor, nadie alrededor, y sonrío, no se sabe si triste o alegre, la sonrisa se camufla con el paisaje y huele a lluvia y  a incienso. No estoy cansada pero mi expresión podría no haber variado en un cuarto de siglo. Me dices que te asustan las alturas y que nunca vas a acompañarme, no me dices nada, no me miras, no existes. Rechazo por norma lo que por costumbre no llega, huyo de las situaciones complicadas. Lo que busco no puede explicarse, lo que no puede explicarse no puede conseguirse. Avanzo sólida, respiro entrecortadamente. Ayer fui, hoy no soy, mañana no seré. Sueño que corro a toda velocidad y no me canso, como cuando voy borracha. Empiezo a desechar viejas costumbres, antes el amor imperaba y a la mínima se aferraba a mi voz, un choque de miradas, una noche y yo dejaba de poder pronunciar palabra. Me arruinó, literal y metafóricamente, ahora me desvisto sola y mi proclamo dueña de mi propia tumba, de mi mundo, del cielo que miro, el único que puedo ver, es mío. Mis ojos captan la imagen, propia, cada matiz es mío, impregno, me impregna la realidad interpretada a mi manera, involuntariamente. Mi reino, mi solitario reino.

viernes, 22 de agosto de 2014

Allá

Mientras se pueda seguir riendo
para qué mentir,
allí abajo,
en el fondo,
mi reflejo aún sonríe
y pienso
que sería genial
poder diluirse en agua,
desdibujarse
en esa sonrisa perpetua,
perfecta en el desastre,
irónico asesinato camuflado,
la salvación
adopta muchas formas
y yo me siento,
expulso humo
y pienso
que eso sería genial.
Me culpas de tener miedo a las alturas, a su lado aflora mi instinto suicida, rectifico, afloraba. Ahora ando sola y nadie me provoca alucinaciones, ahora que avanzo sola el frío me persigue, empapado en viento, involucrado como yo en aquellos tiempos, hasta el fondo, hasta donde tú me entrabas, donde yo salía, siempre tan radical, me ha susurrado que soy definitivamente libre, ¿sabes? Y yo corriendo, huyendo, tenía miedo de ser atrapada, tenía miedo. No podría soportar otra vez verme absorbida por el asco y la distracción. Si empiezo a rememorar mis primeros recuerdos de mi nuevo yo, actual yo, comienzan hace dos años, si miro hacia atrás veo a otra persona, yo soy a partir de tus besos, de los metafóricos besos que supusieron para mí la ruptura con el mundo en el que vivía, tuve que enfrentarme a tanto, romper, rasgar, cortarme tanto. Fue fácil, fluido como la sangre, me derramé por todo el paraje, ahora hay partes de mí todos los lugares. Un laberinto industrial. Dos años después, extrapolo la situación y lanzo la cifra, rectifico, dentro de cuatro años desde el comienzo de todo, ahora estoy en el centro del desastre, límbico estado, ahora habito en el ojo del huracán. Nunca te diré que hago excesivas referencias a lo largo del día a tu persona “ella me enseñó esto… sí sí, allí vivía ella… joder, era tan blanda como tú” Como duele hablar de pasado cuando sientes una liberación al hacerlo pero notas que yaces en la prórroga. Esto aún no ha comenzado, está empezando a comenzar y va a ser tan efímero.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Teorías

Rebotan las voces opacas
dentro de mi cabeza
recordándome
que a ratos también
soy humana,
que me desnudo cuando
tengo frío
y reclamo un cuerpo,
me siento,
hago la espera crucificada.

Mi frío aniquila
la navidad
pero me trae abrigo.

Las ausencias me asfixian,
el verano me devuelve
lo que nunca tuve,
no me encontré
entre los brazos de nadie.

Nihilista a ratos,
hoy me pregunto
por qué nadie toca a la puerta.

Estoy encerrada,
camuflé la entrada
en mis ratos de histeria,
sitiándome,
salvándome en mi condena sólida.

Tragué cemento
para hacerme dura,
aunque tengo la sospecha
de que el truco es otro.
Podría haber sido más breve, pero al borde de un quinto piso los modales se relajan. Me confundí, no sale tinta del boli, a veces los errores se pagan caros, transformamos las formas, ahora será un arma blanca. No son instintos suicidas pero en ocasiones es necesario ejemplificar la metáfora, escribo con la sangre que brota de mis sienes, chica obsesionada con conceptos abstractos. Me despierto en mitad de la nada y el eco es mudo, ignora mi corazón atravesado, el metal es un adorno si se juega sucio. A las seis de la mañana los modales pierden importancia, dios, sólo las madrugadas me salvan, pues luego los adornos se superponen a las flores y acabamos amando jardines de mierda. Es hasta banal el hecho de tratar de explicarlo, no es mi intención ser lírica, literalmente estoy encerrada en un cuarto de baño, toda mi familia abajo, al parecer el suelo que piso necesita reafirmar que no encajo, nunca, me adapto bien y me divierto, sinceramente, nunca he dejado de sentirme sola.

miércoles, 30 de julio de 2014

Mi jungla

No soy fiable
para los que quieren
la seguridad
de un ladrillo
atado al cuello,
siempre fiel.

Desafío mis propias leyes
y quebranto por norma
las leyes del resto,
no me rijo por patrones
demasiado normales.

Detrás de cada acción cotidiana
hay un pensamiento atípico.

Me miran pero no me ven.

Cuando cruzo pasos de cebra
creo estar saltando puentes

en el Amazonas.

martes, 29 de julio de 2014

Sobrevive siempre al tráfico y borracha grita que no necesita a nadie, se pone sentimental sobria, recita poesía a solas, llora a punto de correrse. Aún no ha encontrado la fórmula pero la busca de tanto en tanto, sin pausa pero mostrándose indiferente, de vez en cuando, no da tregua a sus instintos y los deja correr riéndose cuando los analiza. Aún no ha canalizado su fondo y cree que debería empezar a aprender a comer con palillos chinos. Hoy está sola, como siempre cuando dice nunca, como nunca cuando no ha bebido, como cuando tú no estás, siempre que no la ven y a solas, como nunca, como siempre. Dice que debería dejar de fumar cuando aún no ha empezado, para no engancharse, pero en salas oscuras de lugares desconocidos le encienden la mecha y se siente como en casa, rodeada de desconocidos, nadie juzga y a la salida del nuevo sol cree renacer en vida, ¿acaso estaba muerta? Es cierto, vive en una eterna resaca, en un margen, el ultimátum perfecto. Alarga el cigarro, lo dobla, lo rellena, consumiéndose lenta e inexorablemente cuando nadie fuma.

sábado, 19 de julio de 2014

Volvemos siempre a lo mismo, como animales asustados que se alzan poderosos, ¿has visto alguna vez llorar a un lobo descalzo? Nos hacen caer porque nos dejamos arrastrar. Mi perro ha vuelto a casa, seis años y aún lo siento como un cachorro. Mi hermana lleva seis día fuera de casa y me he acostumbrado a su ausencia, no sé hasta qué punto podría aceptar los cambios sin inmutarme, por muy trágicos que fueran, a veces me asusto a mí misma. Ayer recorrí una ciudad pero mis pies parecen puros cuando acaba el día, aun con asperezas. No paro de imaginarme con una cicatriz gigante en algún lugar y no sé si es algún tipo de premonición, pero no me asusta, le daría algo de encanto a mi cuerpo, a mi rostro. Parece que algo está bajando a las profundidades de mi ser cuando pienso en esto o quizás es mi propio ser el que desciende a las profundidades de algo aún más grande, ¿más grande que yo?, mi miedo, el miedo mundial, la desidia universal. Si se comparten sentimientos deben de tener un lugar de procedencia. Una habitación vacía sitiada por puertas, las mismas salidas son las mismas condenas pero es obvio que permanecer en el limbo no es la solución definitiva, aunque temporalmente podemos fingir no ser mortales y acomodarnos un poquito en la nada. Ellas cuando tienen hambre levantan la cabeza, yo cuando tengo hambre la agacho.

Tambalearse rígida

Son las doce
y no consigo dormir,
es pronto,
demasiado pronto,
todo sería distinto
si llevara ya dos días
sin dormir,
porque sería tarde,
demasiado tarde,
y no hay insomnio más grande
que la falta de motivos
para seguir despierta.
Me afecta la ausencia de algo que me impide tener carencias, mordiscos afectivos en el bajo vientre, por ejemplo, que me recuerden que no sólo se grita de dolor. El agotador sentimiento del caluroso recuerdo de vuestra ausencia, no como tal pues no se ha cometido, no me es posible aferrarme a ficticias realidades pasadas, por ahora, no es mi estilo amar una mentira, pero sí lo es amar lo inexistente y anhelarte, aunque no existas, porque te perpetúo perfecta y mando mi amor a precipitarse al vacío.


Antes seguro que hubiera escrito sobre ti, posiblemente hasta te hubiera idealizado enormemente, colocado en el aire, mantenido en suspiros. Antes hubiera construido mil edificaciones en torno a tu persona, recreado el momento, revivido los besos. Antes, cuando aún amaba por norma, cuando despreciaba el valor de mi propio amor con lo que amaba y me entregaba rápido. Cuando era una ilusa completa, de envío rápido, ahora mando mis partes poquito a poco, pues me rompí o me rompieron, pues me dejé romper. Y si hoy te escribo no es para recordarte ni por necesidad de ti, es porque necesito mirarme en el espejo que sólo el papel regala y saber lo completamente ilusa que fui.
Que he perdido la fe, que es muy posible que también existan las resacas en invierno, pero he perdido la fe. Hace unas horas estaba tomando café en el Carmen y pateando la ciudad con una mochila llena de libros, lo sé, pero me absorbe de forma tan absoluta este instante que es posible que lleve cinco años gritando en esta silla y no me haya dado cuenta. Me abruma la seriedad de estas palabras, pues hay convicción en ellas y es terrorífico dudar de lo acontecido. 
Todo lo que carece de sentido me atrae sobremanera, soy un faro que busca el absurdo, un imán que atrae la incoherencia, pues nace en las altas cumbres y muere en los barrios bajos, en los momentos álgidos de los más decadentes o en la decadencia de los más grandes.
El amor mata al miedo
y el miedo mata al amor,
pues temes amar

cuando amas sin miedo.
Todo es más simple, me angustia el simple hecho de estar viva, cuando todo es tan simple. Que mueran todos los que desordenan el caos, es perfecto así, como un puzle que une palabras inconexas y crea dibujos abstractos, sólo así se comprende el mensaje. El camino con destino no es más seguro, caminante con rumbo eres sólo la falsa seguridad de una trampa, encerrado en tu jaula ves el paisaje. Estoy tan cansada que me siento ebria, sólo quiero emborracharme en todas sus formas, esnifar de tu cuerpo, quedarme sin oxígeno de tanto aspirar tu esencia, pretendo robarte el formato perfecto pero en mi carne perdería originalidad. No busco las palabras adecuadas, sólo esparzo pintura sobre el papel en blanco y formo el cuadro completo, una vez acabado todo mira desafiante, sus vacíos encajan, sus huecos se complementan.

viernes, 18 de julio de 2014

El grito me devuelve al presente inmediato, físico como un golpe en la nuca, frío como un hielo bajando por tu espalda. Me abruman tantos edificios y tanto aire, parece que estira de mí todo lo que me rodea, en todas direcciones. A veces siento que el mundo me agarra desde todos los ángulos y pretende hacerme suya en todas sus vertientes, pero yo no abarco, mi cuerpo se desgarra y de la sangre que brota se crean ríos que envenenan las especies autóctonas. La norma me odia porque la asesino, me invocan los desheredados. Mi olvido tiene memoria, pausada y permanente, recoge destellos de tiempos muy pasados pero nada remotos. Las yemas de mis dedos se queman en el fuego constante que ha alumbrado a todos los que se escondieron en el monte porque las farolas electrocutan a los que las miran dotándolas de una presencia real y dolorosa. A decir verdad apenas entiendo la vida pero tengo reflejos para afrontarlo todo. No soy un lienzo donde se pueda pintar, sólo podrá habitar en mí quien tenga la suficiente fuerza para atravesar el metal.
Las formas se suceden de idéntica forma, la norma ataca con su orden cronológico, los actos, los hechos. No hay que temer la reacción, somos espejos de papel de plata, fumables y comestibles para seres de hojalata. Me despierto cuando no ha salido el Sol, creo que es mi forma de alargarme en vida, no entiendo de nada que requiera sentimientos fingidos y la cerveza sólo me recuerda a sexo. Si me preguntáis quién soy debería hacerme la misma pregunta, pero el reflejo sólo emite respuestas preconcebidas. Mi boca no lanza sonido alguno pero interpretáis perfectamente las paredes en blanco para pintar vuestras palabras. Si tengo que mover mandíbula hacedme gritar, no me consumo, permaneceré inmutable hasta que desaparezca, evaporándome ante vuestros ojos. He acumulado suficiente material para hacer explotar el mundo pero sólo me voy yo llevándomelo conmigo, mío, mis ojos que miran y rapto la imagen.


No conozco lo que se presenta abierto y sin recovecos, no acepto tal imposibilidad, me asustan los espacios abiertos cuando me reflejan. La soledad es inminente al tocar el suelo, pero levitamos cuando ardemos para no incendiar la Tierra. Soy lo que nunca podré ser y aún así no puedo dejar de ser, lo que no conozco y me habla a través de mí. No me sé el abecedario pero me escribo a mí misma, no tengo nada pero me rodeo. Esta noche hará calor, siempre vuelve el verano, ni por un momento pensé que dormir acompañada iba a disminuir la temperatura. Me he desprendido de mi propia piel, las flores del balcón han muerto porque nadie las ha regado, no existe regadera en mi tierra, amaestro espectros cuando nadie mira. Cae, cae, cae. No yo, no tú. Se apagan las luces pero la oscuridad nunca reina en el mundo de los ciegos. He renacido mientras me incendiaba y ahora estoy hecha de fuego, indestructible en mi condena. Me alzo cuando nadie mira para no abrasarlos, porque podría apagarme y borrar el mundo tal y como lo conocemos, tal y como lo conozco.
Hay paz porque estoy mojada y fluyo deslizante sobre la superficie de espejo de este terreno infértil, no he dormido ni aspiro a hacerlo, ha sido un día genial y redondo como la perfección misma, si tiene forma, será cualquiera, pero hoy ha sido circular. Suelo escribir cuando estallo, es mi forma de sangría, mi cura terapéutica, pero hoy apenas coherente mis manos obedecen impulsos que alguien emite, no yo, no sé. Soy consciente de mi cuerpo porque duele al igual que duelen las heridas cuando no se curan y sangran de madrugada despertando a todos los gatos del vecindario, para que me miren, porque la Luna a veces no es suficiente. Enjabono el cielo, de forma literal, por supuesto, y no espero respuesta ni luces de alarma, es por gusto, puro vicio. Abandono resquicios de lo que nunca fuimos, fantasmas asaltan para reafirmar el terreno volátil, explosiones a mi espalda, luz, más luz.
Serpenteante llega al lugar de dónde nunca se fue, fuma opio imaginario, en las nubes canta rebelándose, invocando de forma superior a algo que no puede provocar, se ríe de su propia ironía. Nací desnuda y con las palmas de las manos limpias, hoy puedo despojarme de las ropas, pues no se pegan a la piel si no está sucia. La corrupción amenaza detrás de cortinas de humo, pero seguid fumando (¡seguimos, seguimos!) hasta que sea demasiado tarde (nunca es demasiado tarde) y rompeos las muñecas retorciendo a lo obvio, a fuerza de golpes matando la coherencia para volver a ser puros, a hostias no se soluciona nada, y como última salida escupes en el cristal de los recuerdos y te esfumas, como el humo, como el polvo.

martes, 15 de julio de 2014

He cedido cuando no había manos para abrirme el camino, he atravesado ciénagas para no parar de hablar de mí, por equivocación he enviado mensajes en idiomas desconocidos, mi creatividad, mi ser se encuentra indescifrable. Qué efímero es un beso lanzado al aire, como el alma de quien lo recibe por casualidad. Los gatos no temen las caídas porque han oído demasiadas veces que no les afectan. Sus siete oportunidades no son nada comparadas con las nuestras, nos salvamos sólo con desearlo. Pequeños círculos entrelazados entran en mis pulmones, llamaradas de fuego establecen contacto con mis retinas. No es el infierno. Veo la perfección como un bordillo mojado contigo encima. Asfalto agónico, catarsis en forma de suspiro delirante, si no es posible, si no lloramos, si no hacemos el amor, siempre podremos darnos a la bebida y renacer con tequila en la calle al tirar todo lo que no te corresponde. Nos limpiamos expulsando de nuestro cuerpo aquello que no es nuestro. Treinta y siete grados de tequila hacen vomitar tus últimas comidas, invocan tu bilis. Treinta y siete manos ajenas o propias, treinta y siete lenguas provocan tu sangre blanca. Treinta y siete ojos que miran y no dicen nada, treinta y siete puñaladas, treinta y siete tús derraman el mar por mis ojos. Estamos todos equivocados de camino, pero no importa porque vamos al mismo lugar.

sábado, 5 de julio de 2014

Pasan los días, los meses, y yo me siento amenazada porque no consigo involucrarme en nada, me estoy alejando de mi propia vida, como una placa de hielo que se separa del glacial. No sé adónde voy ni puedo parar el viaje, e irónicamente mi miedo por derretirme y desaparecer me hace reforzar el hielo que me envuelve. Estoy perdida, no sé si sólo soy una masa de agua congelada o si sólo soy agua, que incluso puede evaporarse. Si soy gas, líquido o sólido, si lo soy todo o no soy nada. Nací helándome pero me distancio y veo ciudades de hielo que se alzan inescrutables manteniéndose en su propia tortura, petrificando el gran absurdo. Ando a la deriva y dudo incluso de mi forma, desconozco mi contenido. Ahora estoy físicamente sentada en mi física silla de mi físico cuarto de mi material y sentimental mundo actual, pero se desprenden pedazos de mí que huyen en todas direcciones. No puedo llorar pero me estoy inundando por dentro. Espero no dejar un cascarón vacío cuando todo se haya marchado. Espero reconstruirme en otro lugar.

Siempre y cuando

Divisando el horizonte
deslizo la mano sobre mi frente,
anticipando el cansancio
me rajo horizontalmente.

He cedido mi sitio
y no hay película
pero sitiarme entre cuatro puntos
cardinales hace correr la cinta.

Se sentenció en vano
y se agotó el acero de la guillotina
pero dos piernas son válidas,
un golpe certero que te deja seco
cuando te mojas.

Irónico panfleto que muestra cosas
que nunca harías,
pero la novedad se acepta gustosa
siempre y cuando no sea descabellada. 
Ha pasado demasiado tiempo y uno aprende a vivir a base de recuerdos que se vuelven buenos para ahuyentar el suicidio. Te conviertes en una extensión de lo que fuiste pero más sabia. Pasa el tiempo y el mundo, ruedan las estaciones, y esperas poder volver a implicarte en algo. Pero ya nada me succiona, hablaré claro y en primera persona, me siento dejar fluir por las aguas de la vida, por su superficie, como quien sólo usa el fuego para calentarse, pero ya no buceo ni me dejo arrastrar por mi afán curioso que anhela estar desquiciada. Sigo excusándome y diciendo que pronto llegará la primavera.

Cazadores furtivos

Me he creído digna
de todo lo que no tuve
mientras rechazaba
abrazos
y besaba zarzas.

Me he creído buena y válida,
he fingido quererme
mientras me abría, otra vez,
en canal para adelantar trabajo.

Me he confundido y masacrado
rodeándome de gente
que ni de lejos parecían dioses,
pero he excavado mi
propia perdición subterránea
enterrándome de cintura para abajo
dejando así que parecieran más grandes.

Me he vuelto fría bebiendo
de entre las piernas
de reptiles nocturnos
que no saben calentarse
pero que te calientan
para beberse tu sangre
y te dejan pálida
al borde del desastre.

Frente al espejo ya no te reconoces
y te lanzas a las mismas
impúdicas costumbres
camuflándolas con acero y vodka.

Precipitarse

Yo he estado esgrimiendo
en los altares
de tu alma
toda acción prohibida
para enfundarme en ella
y anticiparme a la masacre,
pero tú te has resignado
a lo obvio
y lo has decorado
con velos de flores muertas
y no has bajado del pedestal
donde te dejé
para ponerte a mi altura
porque creíste en la farsa
que yo mantuve en el aire.

La caída será inminente
cuando aparte mis ojos
de tu fondo coloreado
infantilmente
con el rojo de la sangre falsa.

Caerás y no sólo abandonarás
el lugar donde nunca te encontraste
sino que romperás
tras de ti techos y techos
con la fuerza del impacto.

Sequía

Los suicidas sobreviven sin prisa,
los llantos no son peligrosos,
quien llora se limpia,
se riega y renace,
la lluvia resucita las calles,
eh, poeta urbano.

Desde el principio de los tiempos
hemos temido la sequía
como el mayor de los males
y tiene un obvio y científico sentido.

Pero ¿qué coño pasa
cuando se secan los ojos?

Santa mierda

No hay lágrimas
ni nada que se derrame.

No lloro,
me inundo por dentro.

El cielo está abierto,
mi mente está abierta
pero mis pies anclados
al fango.

Me consumo y me hago
más profundamente inexistente,
como un pozo del que nadie
ve el fondo,
donde nadie se mete.

Tiran monedas dentro de mí,
pero con eso no me alimento,
las fundo y me creo
mi gran mierda dorada.
A veces me pregunto cómo nos querríamos fuera de estas cuatro paredes. Quizás igual pero sin fingir. Si me dicen “su amor o una bomba atómica”. Elegiría la bomba atómica, aunque nunca te lo reconocería. Aún tengo que hacerme la dura y esas cosas.
Cuánto daño nos están vendiendo, cojones, que no tengo objetivo directo pero disparo, y a quien llegue, llegue, que se expanda en todas las direcciones. En serio, es bastante posible que aún no te conozca, pero esto va para ti. Aunque es bastante posible que nunca lo leas.
Culparía a algún dios onírico, secuestraría a Morfeo, lo amenazaría. “Eh, ya está bien, deja de recrearte, todo eso ya  ha pasado o aún no ha pasado, déjame libre”. Le resumiría mi vida, todo lo que recuerde, y él la dotaría de otros significados. Tenía que ponerme el despertador, no recuerdo cuándo hice esa puta marca. He esparcido mis señales de alarma, constituido el engaño, suplicado en vano. He cometido mil pecados, pero Jesucristo no murió en mi nombre. Me analizo cada músculo de mi cuerpo, me mutilo las garras. Me pone dejarme indefensa. He tonificado mi piel y asfixiado mi cuerpo. Te sometí a torturas indirectas. Arrasé calles y aún no he explotado. El mundo vuela por encima de mi cabeza y a mí no se me ocurre otra cosa que mirar al techo. Estamos perdiendo el norte, la Tierra sigue girando y yo con esencia de globo aeroestático, otras sustancias sustituyen al helio. No necesito nada cuando pienso, mato para no pensar y me elevo.
Qué hipócrita al fingir que el amor no existe y no rellena mis textos, que mis letras no son comestibles. Qué cínico, masticar prosa y hacerla estática, contundente capturadora de esencias. He dormido más sobria que hoy, pero de sobra sé que lo único que hay es todo lo que negamos. Recorremos las calles creyendo levitar, saltando charcos. Los que aman la lluvia no beben de ella. Embotellamos discursos y encerramos amores. Tragamos fluidos rancios, nos envenenamos. Arrastrados por el suelo nos creemos aves rapaces. Aún no he renacido del desastre porque el desastre es esto y joder, claro que escribo de amor y todo lo que escribo puede tragarse, digerirse, interpretarse. Me mancho y camino. Mañana olvidaré todo esto, el papel no engaña, pero mantiene inmóvil algo que fluye continuamente, dotándolo de diferentes significados.


miércoles, 2 de julio de 2014

Amamanto a mis futuros torturadores, abrazo espectros y los hago míos, los atesoro dentro de mí. El agua resbala por mi garganta, metáfora del cuchillo. De dentro a fuera, de fuera a dentro, lo inerte también entiende de poesía. Transvaloro los nutrientes. Abrazo fórmulas mientras me chupo los dedos, diferentes esencias se adhieren a mi lengua. He nacido de todo lo que me ha matado, llevo tu cicatriz en mi frente. Mis venas aún te invocan, enveneno todas las gotas que vayan a entrar en tu cuerpo. Me anticipo a tus suicidios. Lo importante del salto no es la caída, es el aire.
Que me queda super bien puesta debajo de la ropa, está genial dentro de mí. No hay tallas, me explico, es talla única, se dilata y se contrae, se adapta bien. Lleva haciendo sol como media vida, es bastante asfixiante, mientras pasa el tiempo yo busco gatos. Ahora estoy en una etapa mucho más madura, me autodestruyo pero con el humor adecuado. Cuando me aburro finjo que todo va bien y me integro camaleónicamente. Paso desapercibida hasta que me río. En serio, no valgo para esto. Por ahora mis comportamientos están trayendo los resultados esperados: me aíslo y me elevo a la inversa.

sábado, 28 de junio de 2014

Bombean con fuerza, ellas se sentarán y yo me sentiré más invisible. Me camuflo tanto que pierdo la existencia. Ellas se mirarán entre sí extrañadas y se preguntarán individualmente si alguna vez me conocieron. “Demasiado abstracta, quizás sólo fuera producto de nuestra imaginación”. Tácitamente reafirmarán de forma colectiva la creencia de que yo soy una idea inexistente, un conjunto de hechos extraños. Pero luego se mirarán las cicatrices, todas compartirán una y yo las tendré todas, entonces estaremos unidas físicamente. Ya apenas guardo nada, mi museo ha cerrado por falta de objetos, desecho recuerdos materiales. Cuando seamos polvo los nuestros serán como si nunca hubieran existido.
Raquítica esencia, no me devuelvas nada de lo que fui, porque hoy me siento más niña que nunca, alimenté mi ego algún tiempo y ahora me golpea tan fuerte que me hace gracia. Ella se sentará y no pensará en mí, yo me sentaré y no pensaré en ella. Como un ente fantasmagórico sopla detrás de mi nuca helándome las ideas, petrificando la ironía en la piel. Mis presentimientos son paranoias absurdas que un día tuve tan repetidamente y a las que les cogí tanto cariño que ahora sólo puedo esperar que lleguen, como hojas de cuchillas. Yo repartí las cuerdas con las que hoy me atan, pero escondí cuchillos en cada pliegue de mi piel, alimentándome a marchas forzadas para esconderlos. Vomitando cuando flaqueé, a punto de descubrirme. La perdición amenaza como bombas atómicas en manos de gobiernos democráticos. Tuve la decencia de hacerme un mapa. Recorté hojas de periódicos viejos y envolví mi falta de sentido del tacto.
Mi vida últimamente es una carrera de fondo, por muchas causas, porque no paro de huir a una velocidad vertiginosa y porque creo que me dirijo a un lugar bastante subterráneo. Me aterra y me tranquiliza por igual. En la incertidumbre del momento me consuelo pensando que quizás atraviese el mundo y llegue al punto más alto del otro extremo. Están dejando de importarme muchas cosas, el proceso de liberación consiste en rajarte y sangrar. Le he cogido un especial cariño al suelo y veo el futuro lejano tan próximo que me devuelve el reflejo de mi rostro actual. Desaliñado e inocente. Por eso me río, me río mientras lloro porque he aprendido a controlar el llano exterior, he dotado a las esquinas de otras funciones, así que mis mejillas ya no se mojan. Me muerdo los labios hasta que sangran, pues es el único contacto verdaderamente cálido que aspiro a tener. Estoy al borde de algo, eso es seguro.
Últimamente parece que me hace gracia ser consciente de mis propias acciones absurdas, arrastrarme hacia precipicios de caída desconocida. Parece ridículo ver a alguien reírse camino del trullo o en la cama de un hospital. Creo que todos nos sentimos un poco solos y necesitamos creer que al menos nosotros nos comprendemos, pero para eso tenemos que ordenar pensamientos y eso no es siempre es fácil. Unos escriben, algunos dibujan, otros arrasan con proyecciones la humanidad entera. Es fácil saber cómo se siente alguien que dice que todos tienen una vida muy aburrida, menos él. He golpeado la cabeza sobre el cristal mojado y no he obtenido respuesta. Pero cuánto más escribo más confusa me siento y creo que esto no va a parar nunca. Llevo meses evitando esto y ahora todo ha salido a borbotones y en todas las líneas que vomito ahora hay miles de mensajes ocultos que tengo que ir descifrando, qué irónico que todo lo que diga yo no lo comprenda. Hablo a través de mí como quien atraviesa espejos.
Me acechan miedos invisibles, en todas las esquinas se graba un nombre, pero yo sigo provocándolo, hasta el punto de temer mis propios miedos, suelo adentrarme en espirales de histerias autoinflingidas. Estoy creándome unas teorías de la hostia que voy poniendo en práctica. Cuando controle mis momentos depresivos podré elevarme y seré indestructible. Mi kriptonita será todo lo que no me meta. Mi madre me colgó cabeza abajo para darme la inmortalidad y ahora ando desquiciada lamiendo todas las esencias que pueda para que nada me haga daño. Los perros ladran a los desconocidos. Metafóricamente podría decirse que nada de lo que escribo tiene sentido, pero literalmente está muy claro. Busco mi centro de gravedad, intento crear situaciones reales a partir de esperanzas camufladas. Sigo siendo una ilusa. 


La misma flecha que marca mi camino me atraviesa y yo sólo puedo dejar rastros de sangre mientras me desplazo. Se van cerrando puertas conforme avanzamos pero las que quedan abiertas cada vez son más profundas, no sé si uno puede perderse en las profundidades o si  por el contrario regresa al lugar de dónde salió. Nacemos desvalidos y morimos desvalidos. Después del camino sólo podemos volver al punto de partida con viejas cicatrices. Me entra miedo escénico cuando avanzo entre la multitud, porque no me miran y porque no se miran entre ellos. He tejido una red en la que ahora me enredo. Cuando me aburro me lanzo a un vaso y allí soy mi propia presa, ahogándome en todo tipo de sustancia líquida. Me consumo, me renuevo. Estoy creándome a partir de mí misma y eso sólo ofrece una infinidad de posibilidades claustrofóbicas. He fumado en tejados y he comido bolas de nieve, pero ahora quiero hacer combinaciones imposibles. Bucear leyendo a Baudelaire o hacer macarrones en mitad de clase de lengua. No soy suficiente madura ni estoy preparada para pasarme toda la vida haciendo cosas normales.