Asume que el vocabulario es escaso, asimétricamente
comprende los gritos que lo zambullen en una fantasía en colores aún no
inventados. Le ruega que le abra la boca, se cruza de brazos. No hay proclamaciones
absurdas ni monumentos útiles, ironía en la piel del gnomo. Cacarear para dejar
de ser, convertirse en y pensar de manera inadecuada. La palabrería ordenada
denota mediocridad al instante y esto falta de talento. Di vueltas alrededor de
mil noches y en la cama no me esperaba nadie. Rodeé el epicentro del desastre y
adentro yo no esperaba a nadie. No temer por no tener es el consuelo del que
posee libertad a costa de felicidad, ¿y qué? Si eso lo hace feliz… a la vuelta
de la esquina se derrumban edificios y jadean los lados que concuerdan con la
ambigüedad instaurada. No quedan normativas orgánicas ni los viejos tiempos llenos
de humo en las asambleas. He cedido a voltear el orden contra el que me
levanté, girar y girar para matar el tiempo. Matar por no matar. Una mezcla de
dualidad y vodka. Esta noche necesito una expresión emocionante. Cenar en
familia y acechar cada acto predecible como un adivino trágico, dentro de cien
años no quedaremos nadie sobre el planeta, pero seguirá girando y no me importa
el legado.
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