martes, 16 de septiembre de 2014

Asume que el vocabulario es escaso, asimétricamente comprende los gritos que lo zambullen en una fantasía en colores aún no inventados. Le ruega que le abra la boca, se cruza de brazos. No hay proclamaciones absurdas ni monumentos útiles, ironía en la piel del gnomo. Cacarear para dejar de ser, convertirse en y pensar de manera inadecuada. La palabrería ordenada denota mediocridad al instante y esto falta de talento. Di vueltas alrededor de mil noches y en la cama no me esperaba nadie. Rodeé el epicentro del desastre y adentro yo no esperaba a nadie. No temer por no tener es el consuelo del que posee libertad a costa de felicidad, ¿y qué? Si eso lo hace feliz… a la vuelta de la esquina se derrumban edificios y jadean los lados que concuerdan con la ambigüedad instaurada. No quedan normativas orgánicas ni los viejos tiempos llenos de humo en las asambleas. He cedido a voltear el orden contra el que me levanté, girar y girar para matar el tiempo. Matar por no matar. Una mezcla de dualidad y vodka. Esta noche necesito una expresión emocionante. Cenar en familia y acechar cada acto predecible como un adivino trágico, dentro de cien años no quedaremos nadie sobre el planeta, pero seguirá girando y no me importa el legado.

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