Me acechan miedos invisibles, en todas las esquinas se graba
un nombre, pero yo sigo provocándolo, hasta el punto de temer mis propios
miedos, suelo adentrarme en espirales de histerias autoinflingidas. Estoy
creándome unas teorías de la hostia que voy poniendo en práctica. Cuando
controle mis momentos depresivos podré elevarme y seré indestructible. Mi kriptonita
será todo lo que no me meta. Mi madre me colgó cabeza abajo para darme la
inmortalidad y ahora ando desquiciada lamiendo todas las esencias que pueda
para que nada me haga daño. Los perros ladran a los desconocidos.
Metafóricamente podría decirse que nada de lo que escribo tiene sentido, pero
literalmente está muy claro. Busco mi centro de gravedad, intento crear
situaciones reales a partir de esperanzas camufladas. Sigo siendo una ilusa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario