lunes, 28 de diciembre de 2015

Parto de donde no he estado

Esta costumbre de brindar
atroces actos
como acto de bienvenida,
de desenvolverse en el mundo con este ir y venir
de ningún lado,
este no encontrar auxilio
una vez desterrado,
el no pedir prestado
más que honor y sacrificio
¿para qué?

Para vender el oro
extraído de tu sangre
a base de cebar el odio
con metales que hoy te pesan
por encima de los ojos
y todo esto, ¿para qué?

Para blindar tu vida
como callejón armado
como cuerpo que se excluye del montaje
de la persecución del odio
hacia territorios fronterizos
y todo esto, ¿para qué?

Para afrontar con gracia
que las mayores ventajas
anidan dentro del mundo
del que has huido a sabiendas
de que cometerás traición.
Como un hombre que cae en el silencio
mi corazón está parado.
Dime cómo puedo confiar en alguien que dice
saber el significado de las cosas.
Ella se encargaba de la parte práctica, yo de la metafísica. Mientras me preguntaba por qué no hacíamos el amor, yo pensaba "¿por qué no nos amamos?"
Dar y recibir a modo de castigo. Hoy nada puede tomarse girando tres veces para involucrar a un indefenso visitante al juego de la distracción. Me perturbó la necesidad de alejarme de la nitidez pesada como el plomo. Si me dijeras algún plan para volatilizarnos yo me diluiría en tus manos, pero aquí nadie dice nada, nadie crece dentro del mismo cuarto, todos salen y sólo por no tener la voz para gritar, la voz para pedir, la voz para ocultar lo que el silencio muestra.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Tu imagen es la sombra rígida que me impacta justo en la frente a la hora de imaginar cosas que son mejores que los ruidos mojados, en las acertadas suposiciones de siempre. Has acertado desde que empezaste a tener intuición dentro de la razón a modo de guía, un guía con ademanes autoritarios, un esclavista que acusa de estúpidos a todos los que no han viajado a la velocidad del rayo, en el mismísimo rayo. El ritmo escurridizo de tus silencios no es guía, es un guiado mártir de alguna emancipación que no fue posible, como todas en las que son necesarias más de tres personas. El máximo cuadrado se equipara a la sombra rígida de tu existencia individual dentro de este pentágono moral de lo exquisito, de pedir prestado antes de prestar todos tus presupuestos accidentalmente acortados desde el principio de “pedir” hasta el final de “matrimonio".
Debería coger el martillo y amoldarlo todo a mi paso. Quise fluir fluir fluir musicalmente por todas partes y acabo de descubrirme llena de despojos de cosas tiradas por la gente.

Redimir como sinónimo de ir bajando hasta encontrarse con el perdón del que te empuja la cabeza, y no te mueves cabeza abajo sino hundiendo tu cuerpo en el suelo, el suelo de otros, el suelo donde nada ha nacido nunca.

Anoche no es nunca, nunca es ningún lugar, lugar es nada ni visto ni descubierto por nadie, un vencido por ninguno, un perderse en ningún sitio ni tener ojos mirando al perdido, al perdedor, vencer es descender hacia donde ya no hay nada que pueda ser superado. Si existiera, si existiera todos deberíamos empezar desde ese punto.
El número de esta repentina dependencia no se encuentra grabado a fuego en ningún vicio, si hubieras tenido la decencia de adornar tu decadencia anoche cuando no había calor ni aun intentando crearlo. Volar la casa, volar dentro de la casa. Pensar se ha convertido en un oficio bastante desprestigiado y no quiero parar de oír ruido de fondo porque siempre me ha parecido más interesante trabajar como si huyera. Oír del modo de sentir un puñetazo en la sien cuando los silencios no ocultan nada interesante, mentir por la necesidad imperiosa de querer pensar que lo que ocultas de verdad oculta algo, que algo entraña alguna maraña de sentimientos impetuosamente marcados por el deseo de, simplemente, dejar de tener miedo al deseo. 

sábado, 5 de diciembre de 2015

Tu cabeza vista desde arriba parece simplemente una cima despoblada. Tu cuerpo abajo, intuyo, es lo que no percibo. Hay un hueco entre el cielo y el suelo que no me importa imaginar vacío. El salto es eterno, el golpe mortal a cada segundo. Yo imagino a alguien afanosamente entregado a la tarea, no importa cuál sea, y me invade un llanto que viene de donde el tiempo se detiene. Yo hablo de ti y de mí y de ellos no excluyendo ni incluyendo a ninguno, hablo de lo que no sé y sé que no sé, por eso no digo que las manos son mías porque perfectamente podrían pertenecer a otro, o quizás a otro yo que aún no conozco. Los contornos son en mi mente más parecidos a los románticos.
Dignificar la sala con sólo reconocer visualmente los objetos. Estás aquí, eres la proyección del proyecto fallido de huida, me atraviesas con las sílabas, cortantes, especuladoramente  acertadas, diferenciadadamente apáticas. Remueves la tierra y sacas a los santos a tomar el aire, a desmitificarlos. Si pudieras diferenciar el mar del mar con sólo la primera mirada serías más parecido a un rey, aristocráticamente hablando. Diseñas etiquetas, sólo eso, nada que acompañe al producto primero, que en una situación normal debería ser el complementario, pero sólo eso. Has estado cerca de toda esa información efímera que se ha transformado en fuego ahora que ya te importa, y como tal ha ardido. Es tautológico. Anoréxica imagen de la sombra presentida, escurridizamente olvidadiza para las mentes ágiles. Has provocado el caos y aún persiste. Todo abajo, nada arriba. ¿Es el hombre más que un animal y menos que un Dios? ¿Dónde colocar la piedra angular que articule tu diálogo?


Si yo pudiera decir lo que quiero decir dejaría de tener sentido todo esto. Si yo pudiera comunicarte, trasladarte, mi corazón a una mesa y tú pudieras observarlo, todo esto dejaría de tener sentido. Espero que me odies por la incomprensión y no por ignorancia, por si no es lo mismo. Reanudar la marcha, como si fuésemos soldados soviéticos en plena guerra, descansados en el dolor de no tener que temer el estallido del conflicto.