Volvemos siempre a lo mismo, como animales asustados que se
alzan poderosos, ¿has visto alguna vez llorar a un lobo descalzo? Nos hacen
caer porque nos dejamos arrastrar. Mi perro ha vuelto a casa, seis años y aún
lo siento como un cachorro. Mi hermana lleva seis día fuera de casa y me he
acostumbrado a su ausencia, no sé hasta qué punto podría aceptar los cambios
sin inmutarme, por muy trágicos que fueran, a veces me asusto a mí misma. Ayer
recorrí una ciudad pero mis pies parecen puros cuando acaba el día, aun con
asperezas. No paro de imaginarme con una cicatriz gigante en algún lugar y no
sé si es algún tipo de premonición, pero no me asusta, le daría algo de encanto
a mi cuerpo, a mi rostro. Parece que algo está bajando a las profundidades de
mi ser cuando pienso en esto o quizás es mi propio ser el que desciende a las
profundidades de algo aún más grande, ¿más grande que yo?, mi miedo, el miedo
mundial, la desidia universal. Si se comparten sentimientos deben de tener un
lugar de procedencia. Una habitación vacía sitiada por puertas, las mismas
salidas son las mismas condenas pero es obvio que permanecer en el limbo no es
la solución definitiva, aunque temporalmente podemos fingir no ser mortales y
acomodarnos un poquito en la nada. Ellas cuando tienen hambre levantan la
cabeza, yo cuando tengo hambre la agacho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario