Y pienso que todos ellos no han evolucionado, ¿y yo sí? No,
quizá yo haya de volver. Volver donde están ellos, a los que yo dejé con otras
caras, y volver yo también con otra cara para encontrarme de nuevo, allí, donde
estuve antes cuando tenía que irme.
martes, 26 de abril de 2016
¿Cómo es que no has venido a por mí? ¿Cómo es que me
observas como un gigante en reposo? Como tienes las manos heladas te confundí
con el frío, pero tampoco existe. Yo te quiero. Yo relato tu vida cuando giras
inesperadamente para esconderte detrás de una puerta, donde no puedo dar fe de
que existes, pero sí de mi deseo de que existas. Te veo como un recuerdo, como
si yo pudiera recordarte porque he sobrevivido todos los siglos. A pesar de
eso, me gustaba verte mirar al mundo, aunque lo odiaras, aunque odiaras el
trozo de mundo que me correspondía, el cual yo creaba. Aunque me odiaras.
miércoles, 20 de abril de 2016
Cuando pueden señalizar tu existencia con sólo sacudir
un dedo, no es por su fuerza, es la amnistía que tú aplicas sobre ellos para
liberarlos del miedo a ser un mortal más, un mortal que no reconoce su poder en
la carne y el espíritu propio. Eres benevolente y mueres por ellos. Ellos se
elevan hasta un lugar que no les corresponde, ni siquiera existe, y se hablan
por colores y agudos sonidos hasta descorazonarse, hasta impulsarse tan fuerte
como ellos pueden y no salir del cuadro, hasta que se atrapan en sus propios
sonidos, en esos telegramas enviados desde la habitación de auxilio, donde antes
montaban fiestas.
El ser que invadió otro mundo
Como alguien se oculta
que se confiere la paz, inclusivo, intrínseco
al hueco del espacio que ocupó
como alguien que pacíficamente
se tumba y se tapa
se convierte en invisible y no por su transparencia
sino por el peso mayor que ocupa
en el espacio que se esconde
su ser pesado aguantando el peso
de lo que puso a su lado en vertical
para mostrarse a los que no pueden verlo
a los que no quieren verlo.
lunes, 18 de abril de 2016
El miedo provocado por la imagen mental de una figura,
objeto cualquiera, por ejemplo, una pieza de fruta madura. Admiras su belleza y
su conservación en el tiempo, y sabes, igualmente, que si la dejaras caer se
destruiría, se convertiría en una masa amorfa, quizá mostrando ya la
putrefacción. La decadencia que la forma compacta ocultaba. El dolor al ver
caer, a ver mutado un estado perfecto. El saber que puede ser eso que amas algo
horrible.
domingo, 10 de abril de 2016
Quiero nombrar al miedo como al pan o a la mesa. Tiempo
atrás, tú, ahora desilusión en los brazos, se extiende a cabeza y cuello,
corazón. Mis huesos convirtiéndose en cartílago para regresar, pero… ¿cómo
hacerlo desde aquí? La niña que fui ríe, a mí no me hace gracia, es esta
incompatibilidad la que hace que tiemble. ¿Quién ha perdido la fe y ha hablado
de cosas horribles? Yo no tuve tiempo para andar detrás de los loros de la
verdad. ¿Quién quiso crear seres por
encima de los seres? Alguien que no se siente de aquí, que se siente muy por
debajo de esto, pensó “mejor será someterlos a todos a otra fuerza”. Pensar en
ser, pensarse.
El que sube y baja por el mismo motivo
Con la misma rabia
con el mismo tiempo cortado entre
acción y humillación,
el dios de los nombres ha sido hoy
extremadamente cruel
y todos los dientes que amanecían blancos
se han convertido en polvo
para atravesar los espacios
sin necesidad de intermediario.
El que a lomos de su peor enemigo se desplaza
está condenado a odiar la tierra que pisa
y el lodo no es purificador ahora
ni los ojos inyectados en ayuno entre horas preventivas
de la paz del estoico arrojado a un mar de materia
bella
azulada en el desprecio.
Tu boca es el túnel de la paz y del abismo
y no me hundo porque
me parece contraproducente
el no querer no querer querer
el temer el miedo a temer las consecuencias,
la sagrada familia que me acogió
y me fui, hoy, ayer, hace un mes
y no volver a tocar su tierra
ni verte de paso
casualmente ilusiorio
palpitaciones
torbellinos
de pulsiones aceptadas
en el gusto por lo enfermizo
y enfermedad.
La sincronización de nuestras palabras ausentes es asombrosamente
estratégica. Admiro la colocación diagonal de nuestras palabras conectadas
intermitentemente para revelar fenómenos prácticamente mágicos, es decir, la
intuición materializada en un monólogo interconectado. Esto es, tu boca y la
mía hablando al unísono con espacios ajustados perfectamente a los silencios de
la otra. El silencio abre y cierra.
Pueden robar lo que te piden
Has pronunciado su nombre
en el idioma correcto
y en tono desafiante, no es su nombre.
Has recibido un mensaje cuyo contenido único
es una súplica de una inocencia
que incita a temer.
Tienes la familiaridad del acto al que altruistamente te
entregas, si bien no beneficia a nadie, debería estar dotado de otra
consideración, considerado un vicio, una actividad estéril, un pasatiempo. Como
el que recorre los pasillos de la casa que él mismo ha construido, el que se
recluye para oírse golpeando su voz entre las paredes. Quieres tu templo de
erudición destruido, quieres las sombras conocidas por la repetición de
movimientos en secuencias similares, secuencias que, aunque se alternen, nunca
se alteran.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)