No hay lágrimas
ni nada que se derrame.
No lloro,
me inundo por dentro.
El cielo está abierto,
mi mente está abierta
pero mis pies anclados
al fango.
Me consumo y me hago
más profundamente inexistente,
como un pozo del que nadie
ve el fondo,
donde nadie se mete.
Tiran monedas dentro de mí,
pero con eso no me alimento,
las fundo y me creo
mi gran mierda dorada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario