Qué hipócrita al fingir que el amor no existe y no rellena
mis textos, que mis letras no son comestibles. Qué cínico, masticar prosa y
hacerla estática, contundente capturadora de esencias. He dormido más sobria
que hoy, pero de sobra sé que lo único que hay es todo lo que negamos.
Recorremos las calles creyendo levitar, saltando charcos. Los que aman la
lluvia no beben de ella. Embotellamos discursos y encerramos amores. Tragamos
fluidos rancios, nos envenenamos. Arrastrados por el suelo nos creemos aves
rapaces. Aún no he renacido del desastre porque el desastre es esto y joder,
claro que escribo de amor y todo lo que escribo puede tragarse, digerirse,
interpretarse. Me mancho y camino. Mañana olvidaré todo esto, el papel no
engaña, pero mantiene inmóvil algo que fluye continuamente, dotándolo de
diferentes significados.
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