sábado, 5 de julio de 2014

Qué hipócrita al fingir que el amor no existe y no rellena mis textos, que mis letras no son comestibles. Qué cínico, masticar prosa y hacerla estática, contundente capturadora de esencias. He dormido más sobria que hoy, pero de sobra sé que lo único que hay es todo lo que negamos. Recorremos las calles creyendo levitar, saltando charcos. Los que aman la lluvia no beben de ella. Embotellamos discursos y encerramos amores. Tragamos fluidos rancios, nos envenenamos. Arrastrados por el suelo nos creemos aves rapaces. Aún no he renacido del desastre porque el desastre es esto y joder, claro que escribo de amor y todo lo que escribo puede tragarse, digerirse, interpretarse. Me mancho y camino. Mañana olvidaré todo esto, el papel no engaña, pero mantiene inmóvil algo que fluye continuamente, dotándolo de diferentes significados.


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