Estás aforada en mi ingratitud, anclada en mis obsesiones,
te paseas lánguida por mi solitario cuerpo, ¡y mira que te busco!, te busco
toda la noche, entre mis plagas, entre mis dientes, entre mi herencia.
miércoles, 21 de diciembre de 2016
Apología a la navidad2
Quiero que me gires la cara, que me des la vuelta al cuerpo
para mirarme desde lejos. Has venido con pimienta en vena y yo con deseos de
tragar tu sangre si la escupes en mi
boca. Arráncame los días flácidos de alegrías por los viejos amigos y esos
envidiables sonidos blandos, las bocas esas, todas las opiniones que me
importan una mierda, todos los que ahora son poetas, todos los bohemios,
muerte. Absenta para incendiarlos a todos y esnifarnos sus restos, si tú no
ardes. De esta pira funeraria se salva mi mano y todo lo que toco. Te quiero
coger como una gata coge a sus crías, del cuello y despacito.
Apología a la navidad
Las sábanas, mármol blanco roto por la habitación,
intentando dormir, creándonos nuestras propias alucinaciones para caer en un
trance onírico, pero no se puede, no se puede, nuestra cabeza anda en otra
parte y nuestras pulsaciones saltan como perros contentos.
miércoles, 30 de noviembre de 2016
domingo, 21 de agosto de 2016
Otra noche, en otro mundo
Resbaladiza distancia, rancia en la derrota,
pero cierta,
azulada en el desprecio
viviendo por razones obvias
por cumplir adecuados sueños
y siempre teniendo el mundo
sucio
abajo.
Pero tú me adiestras y perviertes mi ira,
como flor que se deshoja a destiempo
emites señal sonora
y también te marchas,
como el amarillo en el desierto
o los colores bellos,
como las horas bajas y los días tristes,
en pequeñas secuencias de olvido.
martes, 9 de agosto de 2016
El gato que ya ha vuelto
Has traído tu nombre como tu cuerpo en frasco
y tu sonido fresco como una alegoría al sol del verano,
como si metiendo un poco de cada cosa que sirve
para espantar las calles
se pudiera crear un clima ajeno al cielo que cubre el mundo,
tú traes la paz, y de algún modo, también otras batallas
cubiertas de agua.
Para espantar el miedo usa tus cálculos
en los que ciertamente es imposible el mal,
si pidiendo tierra te encuentras sola
mira dentro, es tu cuerpo unido al templo lo que se alza.
Eres el altar donde el sacrificio nunca es renuncia
sino admiración por la afrenta, por el reto voluntario.
Sombra y sol en el mismo panorama se denotan
por tus ojos tristes brillando como un eterno gato activo
que predica buena suerte por las calles.
domingo, 1 de mayo de 2016
Tú sólo lámeme los puntos a los que yo no llego, es
decir, la nuca de un sentido ascendente, hasta abrasarme el cerebro con tu
silencio centelleante. No tardes en comer dos días, mejor dejarlo para luego,
mejor dejarlo para nunca. Nunca fue el paraíso más habitado por todos desde
hace todos los tiempos. Los que nunca han querido decir que nunca tuvieron nada
que decir, mentían. Nunca es reino de mentirosos, pero también de ardillas y
otros seres.
Cuando no aclaras tu procedencia es imposible saber a
ciencia cierta si subes o bajas, qué es para ti subir o bajar. ¿De dónde
viniste? ¿Subiste tus manos desde un subterráneo túnel o descendiste toda la
noche hasta tocar suelo? Nadie vio tus ojos brillar como un gato, pero tampoco
tus manos en forma de garras para arañar la tierra. Perteneces a un rango
silencioso. Dices “ábrete” a cualquiera que te parezca adecuado para cobijarte
un rato, luego necesitas rajar para salir. De lo que más eché de menos este
tiempo son tus actuaciones magistrales, la forma de adornar tu misantropía para
parecer un santo. Muchos confundieron con ascetismo tu repulsión para todo.
Verbalizar el impulso es someterlo, someterlo para
someter a otros del modo más maquiavélico. Has empeorado mucho desde que ya no
saltas al cuello de la gente, era incluso un gesto noble, ligeramente infantil,
me recordabas tristemente a un niño famélico. Ahora ha aumentado tu hambre pero
pretendes mostrarte equilibrado apuntando frases que desde un primer momento
garabateas en tu cabeza. Tu cuerpo es un conjunto de túneles interconectados
para suplir tus necesidades: cuando tienes sed exprimes tus muslos y flaqueas,
cuando tienes sueño bloqueas tus oídos y quedas sordo, sólo tu pitido ancestral
te reconecta con el exterior, a él lo adiestraste mordiéndote los brazos. Ahora
saludas a todo el mundo a gritos.
Del equipaje rosa he tirado tu casa. Para mirar a los ojos a
los leones hay que aprender su idioma, la comunicación es un estereotipo, no es
real. No dices que nada te asombra y eso te hace sentirte permanentemente en
casa, es acogedor lo conocido, incluido lo intuitivamente conocido. Como si
toda tradición fuera una cárcel de arroz para los tuyos, invitas a comernos
todas tus creencias. Deseas arrancarte las uñas y besar los codos a los
desconocidos como si nada de esto fuera ficción, tienes dentro de ti la jungla
más ordenada que he visto, aún así da miedo.
No subirse en la montaña paralela a la montaña del miedo,
que el amor no se enfrenta a ella. No saltar ni disociarse entre murallas que
separan dos tierras profundamente pegadas y remotamente lejanas, en cuanto a
ser, yo soy la que salta, la que en el aire se somete a las dos disciplinas
imperantes, soy la dualidad del que desea vestirse de blanco y dejar de vivir,
soy la que conjunta el negro con negro y alía la noche con ella sólo para arder
interiormente, sin iluminar ni un poquito la calle. La que apagaría farolas
sólo con mirarlas durante toda la noche. La que hace anochecer la Tierra con
permanecer doce horas de pie orbitando. El epitafio de las manos en las que
anida la duda y el corazón sangrante, sacado a airear para untarlo de salitre,
el hombre que se retorció en un cuerpo para cambiarse la cáscara después de
comerse anteriormente a todos sus hijos. El rey del tiempo ha dictado mil
nombres y sobre ellos sentencias que no se cumplirán porque cesó el margen de
actuación para una mente rápida. Visita a los otros, comunica tu visita en la
visita y no amplíes el margen ¡vine, estoy aquí!, ¿puedo estar aquí? Y pasar
dentro, como quien rompe la tela para insertar el germen de la vida, o como
quien rompe la tela para salir de ella. Aunque espero, espero que la salida sea
aún más luminosa.
El mundo me arrastra, es como si hubiera nacido dos siglos
tarde y debiera reincorporarme ahora. Todas las cosas por las que hubiera caído
han pasado ahora a un segundo plano, a un análisis interno desde la parálisis
de la acción. Supongo que la literatura no, me ahoga, me llama, me oprime. Es
esencialmente violenta.
Parece que has caído dentro de algo que no dice nunca nada
serio. En el fondo dice “sálvate, sé agua sabática, únete a los tuyos, porque
son los tuyos aunque no te unas, pero mejor ir acompañado, el ataque no es posible en un mundo solo, pero de todos
modos, nadie gana la guerra”, dice también “escóndete, no permitas que te vean,
lastímate, arráncate las manos por trozos, un trozo arrancado de una mano para
arrancar un trozo de la otra, hasta que sólo quede un trozo, que ya no pueda
ser arrancado”.
martes, 26 de abril de 2016
¿Cómo es que no has venido a por mí? ¿Cómo es que me
observas como un gigante en reposo? Como tienes las manos heladas te confundí
con el frío, pero tampoco existe. Yo te quiero. Yo relato tu vida cuando giras
inesperadamente para esconderte detrás de una puerta, donde no puedo dar fe de
que existes, pero sí de mi deseo de que existas. Te veo como un recuerdo, como
si yo pudiera recordarte porque he sobrevivido todos los siglos. A pesar de
eso, me gustaba verte mirar al mundo, aunque lo odiaras, aunque odiaras el
trozo de mundo que me correspondía, el cual yo creaba. Aunque me odiaras.
miércoles, 20 de abril de 2016
Cuando pueden señalizar tu existencia con sólo sacudir
un dedo, no es por su fuerza, es la amnistía que tú aplicas sobre ellos para
liberarlos del miedo a ser un mortal más, un mortal que no reconoce su poder en
la carne y el espíritu propio. Eres benevolente y mueres por ellos. Ellos se
elevan hasta un lugar que no les corresponde, ni siquiera existe, y se hablan
por colores y agudos sonidos hasta descorazonarse, hasta impulsarse tan fuerte
como ellos pueden y no salir del cuadro, hasta que se atrapan en sus propios
sonidos, en esos telegramas enviados desde la habitación de auxilio, donde antes
montaban fiestas.
El ser que invadió otro mundo
Como alguien se oculta
que se confiere la paz, inclusivo, intrínseco
al hueco del espacio que ocupó
como alguien que pacíficamente
se tumba y se tapa
se convierte en invisible y no por su transparencia
sino por el peso mayor que ocupa
en el espacio que se esconde
su ser pesado aguantando el peso
de lo que puso a su lado en vertical
para mostrarse a los que no pueden verlo
a los que no quieren verlo.
lunes, 18 de abril de 2016
El miedo provocado por la imagen mental de una figura,
objeto cualquiera, por ejemplo, una pieza de fruta madura. Admiras su belleza y
su conservación en el tiempo, y sabes, igualmente, que si la dejaras caer se
destruiría, se convertiría en una masa amorfa, quizá mostrando ya la
putrefacción. La decadencia que la forma compacta ocultaba. El dolor al ver
caer, a ver mutado un estado perfecto. El saber que puede ser eso que amas algo
horrible.
domingo, 10 de abril de 2016
Quiero nombrar al miedo como al pan o a la mesa. Tiempo
atrás, tú, ahora desilusión en los brazos, se extiende a cabeza y cuello,
corazón. Mis huesos convirtiéndose en cartílago para regresar, pero… ¿cómo
hacerlo desde aquí? La niña que fui ríe, a mí no me hace gracia, es esta
incompatibilidad la que hace que tiemble. ¿Quién ha perdido la fe y ha hablado
de cosas horribles? Yo no tuve tiempo para andar detrás de los loros de la
verdad. ¿Quién quiso crear seres por
encima de los seres? Alguien que no se siente de aquí, que se siente muy por
debajo de esto, pensó “mejor será someterlos a todos a otra fuerza”. Pensar en
ser, pensarse.
El que sube y baja por el mismo motivo
Con la misma rabia
con el mismo tiempo cortado entre
acción y humillación,
el dios de los nombres ha sido hoy
extremadamente cruel
y todos los dientes que amanecían blancos
se han convertido en polvo
para atravesar los espacios
sin necesidad de intermediario.
El que a lomos de su peor enemigo se desplaza
está condenado a odiar la tierra que pisa
y el lodo no es purificador ahora
ni los ojos inyectados en ayuno entre horas preventivas
de la paz del estoico arrojado a un mar de materia
bella
azulada en el desprecio.
Tu boca es el túnel de la paz y del abismo
y no me hundo porque
me parece contraproducente
el no querer no querer querer
el temer el miedo a temer las consecuencias,
la sagrada familia que me acogió
y me fui, hoy, ayer, hace un mes
y no volver a tocar su tierra
ni verte de paso
casualmente ilusiorio
palpitaciones
torbellinos
de pulsiones aceptadas
en el gusto por lo enfermizo
y enfermedad.
La sincronización de nuestras palabras ausentes es asombrosamente
estratégica. Admiro la colocación diagonal de nuestras palabras conectadas
intermitentemente para revelar fenómenos prácticamente mágicos, es decir, la
intuición materializada en un monólogo interconectado. Esto es, tu boca y la
mía hablando al unísono con espacios ajustados perfectamente a los silencios de
la otra. El silencio abre y cierra.
Pueden robar lo que te piden
Has pronunciado su nombre
en el idioma correcto
y en tono desafiante, no es su nombre.
Has recibido un mensaje cuyo contenido único
es una súplica de una inocencia
que incita a temer.
Tienes la familiaridad del acto al que altruistamente te
entregas, si bien no beneficia a nadie, debería estar dotado de otra
consideración, considerado un vicio, una actividad estéril, un pasatiempo. Como
el que recorre los pasillos de la casa que él mismo ha construido, el que se
recluye para oírse golpeando su voz entre las paredes. Quieres tu templo de
erudición destruido, quieres las sombras conocidas por la repetición de
movimientos en secuencias similares, secuencias que, aunque se alternen, nunca
se alteran.
domingo, 6 de marzo de 2016
Para ti mis mensajes de auxilio, mis ruidos más primarios
La voz
la voz es tuya
si habla para ti, por ti.
La voz es tuya si pretende deleitarte
o caer para ocultar lo que anticipa de tu boca
la voz que te llama toda la noche
la voz que por ti ríe
que para ti muestra sus miedos
derretidos en secuencias
de frases intercaladas por un
“en realidad todo está bien”.
Me miró así porque odia los reflejos de mi pelo, porque odia
verse reflejado en mi pelo. La tentación a lanzarse dentro de él en esos
destellos es equiparable a la temeridad de lanzarse contra un lápiz de gran
tamaño y doble punta, lanzarse mientras alguien lo hace girar rápidamente
confiando en darte de bruces con el vacío del giro, con la verticalidad del
hecho.
Esto que parece plástico resulta que es seconal y yo sigo
el sendero azulado hasta su boca, donde se desprende el sonido del mar
materializado en un fluido vasto, viscoso y desgastado. Cae a mis manos como
una pelota lanzada desde los viejos tiempos, donde aún importaban esos
jueguecitos de la verdad aquí es quien gana, el control es máximo, ahora
tenemos juegos de egos. Se derrama sobre mi boca, porque yo la atraigo hacia
ahí, quería probar el sabor el miedo de otros ojos y ahora cambiamos los seres.
Ser sedente que no pide nada, el agua que cae de contrabando sobre nuestros
pies se adjudica a ellos, ¡pues para ellos!
miércoles, 2 de marzo de 2016
Mira cómo vuelan las palomas por mis ideas
Yo me decía
puedes escribir mientras miras a la gente
incluso sobre la gente que miras
pero mejor cúbrete de blanco
cúbrete, cúbrete
y ellos dirán
“déjanos verte”
mirad el color de mi tela.
De lo que me cubre me consumo,
me consume,
se impregna el color
de este aura ficticio
que es en realidad mi fluido único
míralo
no es rojo sangre
ni transparente llanto,
míralo.
domingo, 21 de febrero de 2016
Es el refugio de los que necesitan paz paralizando al resto.
Trazar con el corazón a modo de compás un descompuesto escenario donde la gente
salte al ritmo cardíaco de la vida que fluye arrimando el sendero para acercar
a los nuestros. Como los que miran al cielo y ven su casa. Como los que
reflejados en un río aún no se reconocen. Los que reconocen su casa viendo el
reflejo del cielo en el agua, aunque a ninguna pertenecen.
Que vi que no se podía huir de aquí y aquí exploto, exploto
con la dinamita que me dan en su formato y no me rompo, nada se rompe, porque
no está permitido con lo que cogemos, que es lo que nos dan, que es lo que
existe. No me angustia no poder tener, me angustia que no exista. Me remonto a
lo elemental, más no queda, y no porque esté agotado, sino porque no existe. Sufro
de una especie de claustrofobia vital. Me asusta pensar en la curación, porque,
¿cuál sería? Quizá más allá de la vida queden las mismas limitadas opciones, es
decir, quizá también sea temerosamente arbitrario la dual idea de “existir o no
existir”.
martes, 16 de febrero de 2016
viernes, 5 de febrero de 2016
Despierto atrasada ya con todas sus voces gritándome “llegas
tarde”, y mi corazón corre todo el día delante de mi cuerpo.
Te
escribo algo breve, no acaba de convencerme, pero el mensaje en sí es bonito,
dice algo así como… quiero que seamos un escudo de protección mutuo, pero de
una forma menos práctica, también la herida.
lunes, 25 de enero de 2016
Sinestesia. Que la gente hable hasta el silencio resulta tan
lógico como absurdo. Deslizar la lengua hasta darse con que ya no hay más
respuestas, es decir, todo dicho, o intentar moldear el silencio lógicamente
hasta encontrar su explicación. Vertientes. Dices que me meterás el silencio en
la boca y que yo lo trague, para ti, que te quiera así. Esta conocida
compulsión por alimentar mi cuerpo de todo lo nuevo y lo viejo va a llenarme de
todo lo nuevo y lo viejo, como experimento sorpresa, como reconocimiento a un
saludo vulgar cotidiano.
jueves, 21 de enero de 2016
¿Cómo un cuerpo con tanta fuerza iba a ser amistoso?
Aquellos que nos miraban se han caído dentro de los cuerpos, son una masa.
Sinceridad de la masa. Hedonismo en la masa. Impresión física, sobre la tierra
húmeda. Ellos han traspasado el óleo y del óleo a caer sentados en todas las
casas del mundo, con el culo firmemente apoyado en sus creaciones (sofás,
únicamente). Yo te miro como pretendiendo atravesarte pero la comunicación es
débil, tú me miras, interferencias en los ojos de quien mira, cegando al resto.
Hemos creado un plano nuestro lejos de sus visiones, aminoramos la marcha. Cómo
incomoda no poder formar parte de algo visual que te marca la distancia como
una placa de hielo fina, transparente y aterradora. Ellos nos miran como si
fuéramos habitantes helados.
Tengo las manos cortadas en blanco y unos ojos clavados en
la espalda, que rotan, giran alrededor del parque y me orientan hacia el oeste.
Tengo en los hombros dos palomas y en los labios un aguijón sin dueño. Dime
cómo puedo hablar de hombres o de vidas, de posibilidades que no inciten a
mojarse fuera del recinto. Dime cómo puedo no huir de aquí sin llevarme conmigo
las hojas y la gente. Y si la gente quisiera venir conmigo (no quieren eso) no
sería un rapto, sino una reunión de amigos, pero ¿quién querría reunirse aquí,
conmigo? Y si ellos huyeran hacia mi garganta encontrarían un filoso acantilado
del que saltar sin miedo hacia dentro del abismo. Ellos lo habitan, yo lo
evito. Todos estos personajes son la forma de no decirme claro, puedes, debes,
tener miedo en el fondo de la cabeza, en el rincón que ocultas detrás de todo
el léxico y blando y rojo y negro, los colores que abandonaste, ¿dónde te
quedas tú atada a una bandera? Donde estuve estaré, lo he deducido. Inducirte
la siesta, la siesta eterna. No, no, es una hora triste para irte, no te irías.
Estarías parada en medio del silencio pesado como el Sol de mediodía a media
noche, cuando no quieres dormir y caes, lánguida como un junco rompiéndose a
cámara lenta en un río donde no has estado y piensas “podría estar bien
visitarlo, caer, fundirse con lo que no es mío”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)