Afuera hay un alma sedienta
que grita
y todos escuchan sus súplicas
arrodillándose,
apáticos se deslizan
sobre su canto maldito
y se tiñen de rojo sus sombras,
poco a poco
se desdibujan
en una mancha sangrienta
que imparte lecciones
de moralidad.
El resto, al fondo,
se mantiene en el aire,
saltando la masa sangrante
de desdibujados sentimientos
y se alza mordiendo puños
que surgen de la nada.
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