No traen sabiduría las palabras, pero una sola frase buena y
habrá merecido la pena, una “saca el lápiz, remarquemos, rodeemos” y habrá
merecido la pena. La iluminación llega cuando no hay lápiz ni libro ni
necesidad de palabras, cuando hay luz y cuando no hay luz, cuando no importa si
hay o no luz. Las paredes me dieron el impulso final, yo saltaría de cualquier
parte si me aseguraran que viviría en caída continua, pero para qué saltar, si
mi presente es fugaz, si mi presente es la daga y la sangre que brota. Para qué
saltar, si mi presente también es finito, no, eso no, pero lo será.
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