domingo, 1 de mayo de 2016

Tú sólo lámeme los puntos a los que yo no llego, es decir, la nuca de un sentido ascendente, hasta abrasarme el cerebro con tu silencio centelleante. No tardes en comer dos días, mejor dejarlo para luego, mejor dejarlo para nunca. Nunca fue el paraíso más habitado por todos desde hace todos los tiempos. Los que nunca han querido decir que nunca tuvieron nada que decir, mentían. Nunca es reino de mentirosos, pero también de ardillas y otros seres.
Cuando no aclaras tu procedencia es imposible saber a ciencia cierta si subes o bajas, qué es para ti subir o bajar. ¿De dónde viniste? ¿Subiste tus manos desde un subterráneo túnel o descendiste toda la noche hasta tocar suelo? Nadie vio tus ojos brillar como un gato, pero tampoco tus manos en forma de garras para arañar la tierra. Perteneces a un rango silencioso. Dices “ábrete” a cualquiera que te parezca adecuado para cobijarte un rato, luego necesitas rajar para salir. De lo que más eché de menos este tiempo son tus actuaciones magistrales, la forma de adornar tu misantropía para parecer un santo. Muchos confundieron con ascetismo tu repulsión para todo. 
Verbalizar el impulso es someterlo, someterlo para someter a otros del modo más maquiavélico. Has empeorado mucho desde que ya no saltas al cuello de la gente, era incluso un gesto noble, ligeramente infantil, me recordabas tristemente a un niño famélico. Ahora ha aumentado tu hambre pero pretendes mostrarte equilibrado apuntando frases que desde un primer momento garabateas en tu cabeza. Tu cuerpo es un conjunto de túneles interconectados para suplir tus necesidades: cuando tienes sed exprimes tus muslos y flaqueas, cuando tienes sueño bloqueas tus oídos y quedas sordo, sólo tu pitido ancestral te reconecta con el exterior, a él lo adiestraste mordiéndote los brazos. Ahora saludas a todo el mundo a gritos.
Del equipaje rosa he tirado tu casa. Para mirar a los ojos a los leones hay que aprender su idioma, la comunicación es un estereotipo, no es real. No dices que nada te asombra y eso te hace sentirte permanentemente en casa, es acogedor lo conocido, incluido lo intuitivamente conocido. Como si toda tradición fuera una cárcel de arroz para los tuyos, invitas a comernos todas tus creencias. Deseas arrancarte las uñas y besar los codos a los desconocidos como si nada de esto fuera ficción, tienes dentro de ti la jungla más ordenada que he visto, aún así da miedo.
No subirse en la montaña paralela a la montaña del miedo, que el amor no se enfrenta a ella. No saltar ni disociarse entre murallas que separan dos tierras profundamente pegadas y remotamente lejanas, en cuanto a ser, yo soy la que salta, la que en el aire se somete a las dos disciplinas imperantes, soy la dualidad del que desea vestirse de blanco y dejar de vivir, soy la que conjunta el negro con negro y alía la noche con ella sólo para arder interiormente, sin iluminar ni un poquito la calle. La que apagaría farolas sólo con mirarlas durante toda la noche. La que hace anochecer la Tierra con permanecer doce horas de pie orbitando. El epitafio de las manos en las que anida la duda y el corazón sangrante, sacado a airear para untarlo de salitre, el hombre que se retorció en un cuerpo para cambiarse la cáscara después de comerse anteriormente a todos sus hijos. El rey del tiempo ha dictado mil nombres y sobre ellos sentencias que no se cumplirán porque cesó el margen de actuación para una mente rápida. Visita a los otros, comunica tu visita en la visita y no amplíes el margen ¡vine, estoy aquí!, ¿puedo estar aquí? Y pasar dentro, como quien rompe la tela para insertar el germen de la vida, o como quien rompe la tela para salir de ella. Aunque espero, espero que la salida sea aún más luminosa.
El mundo me arrastra, es como si hubiera nacido dos siglos tarde y debiera reincorporarme ahora. Todas las cosas por las que hubiera caído han pasado ahora a un segundo plano, a un análisis interno desde la parálisis de la acción. Supongo que la literatura no, me ahoga, me llama, me oprime. Es esencialmente violenta.
Parece que has caído dentro de algo que no dice nunca nada serio. En el fondo dice “sálvate, sé agua sabática, únete a los tuyos, porque son los tuyos aunque no te unas, pero mejor ir acompañado, el ataque  no es posible en un mundo solo, pero de todos modos, nadie gana la guerra”, dice también “escóndete, no permitas que te vean, lastímate, arráncate las manos por trozos, un trozo arrancado de una mano para arrancar un trozo de la otra, hasta que sólo quede un trozo, que ya no pueda ser arrancado”.