Podría haber sido más breve, pero al borde de un quinto piso
los modales se relajan. Me confundí, no sale tinta del boli, a veces los
errores se pagan caros, transformamos las formas, ahora será un arma blanca. No
son instintos suicidas pero en ocasiones es necesario ejemplificar la metáfora,
escribo con la sangre que brota de mis sienes, chica obsesionada con conceptos
abstractos. Me despierto en mitad de la nada y el eco es mudo, ignora mi
corazón atravesado, el metal es un adorno si se juega sucio. A las seis de la
mañana los modales pierden importancia, dios, sólo las madrugadas me salvan,
pues luego los adornos se superponen a las flores y acabamos amando jardines de
mierda. Es hasta banal el hecho de tratar de explicarlo, no es mi intención ser
lírica, literalmente estoy encerrada en un cuarto de baño, toda mi familia
abajo, al parecer el suelo que piso necesita reafirmar que no encajo, nunca, me
adapto bien y me divierto, sinceramente, nunca he dejado de sentirme sola.
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