martes, 29 de julio de 2014

Sobrevive siempre al tráfico y borracha grita que no necesita a nadie, se pone sentimental sobria, recita poesía a solas, llora a punto de correrse. Aún no ha encontrado la fórmula pero la busca de tanto en tanto, sin pausa pero mostrándose indiferente, de vez en cuando, no da tregua a sus instintos y los deja correr riéndose cuando los analiza. Aún no ha canalizado su fondo y cree que debería empezar a aprender a comer con palillos chinos. Hoy está sola, como siempre cuando dice nunca, como nunca cuando no ha bebido, como cuando tú no estás, siempre que no la ven y a solas, como nunca, como siempre. Dice que debería dejar de fumar cuando aún no ha empezado, para no engancharse, pero en salas oscuras de lugares desconocidos le encienden la mecha y se siente como en casa, rodeada de desconocidos, nadie juzga y a la salida del nuevo sol cree renacer en vida, ¿acaso estaba muerta? Es cierto, vive en una eterna resaca, en un margen, el ultimátum perfecto. Alarga el cigarro, lo dobla, lo rellena, consumiéndose lenta e inexorablemente cuando nadie fuma.

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