Raquítica esencia, no me devuelvas nada de lo que fui,
porque hoy me siento más niña que nunca, alimenté mi ego algún tiempo y ahora
me golpea tan fuerte que me hace gracia. Ella se sentará y no pensará en mí, yo
me sentaré y no pensaré en ella. Como un ente fantasmagórico sopla detrás de mi
nuca helándome las ideas, petrificando la ironía en la piel. Mis
presentimientos son paranoias absurdas que un día tuve tan repetidamente y a
las que les cogí tanto cariño que ahora sólo puedo esperar que lleguen, como hojas de
cuchillas. Yo repartí las cuerdas con las que hoy me atan, pero escondí
cuchillos en cada pliegue de mi piel, alimentándome a marchas forzadas para
esconderlos. Vomitando cuando flaqueé, a punto de descubrirme. La perdición
amenaza como bombas atómicas en manos de gobiernos democráticos. Tuve la
decencia de hacerme un mapa. Recorté hojas de periódicos viejos y envolví mi
falta de sentido del tacto.
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