domingo, 28 de septiembre de 2014

Gilipolleces varias. Es así todos los días. Dime que tú también vives de noche, es sólo la salvación de los débiles, la sensibilidad extrema arma por sí sola corazas y abraza las lanzas que dejas clavadas entre las piernas. Mil kilos de cemento para  el que se instaló en tu alcoba, dile que esta noche no nieva, que no vienes, ya no lloras cuando ya no sientes. Todo es falso y el sentimiento más mortal es vivir por la necesidad de tener una muerte más noble, el absurdo abrazo con la nada, el beso de despedida en la nuca. Nadie me ha dado vida, nadie me dará muerte. Creí caer cuando sólo me precipitaba. Afuera llueve mil siglos y la ausencia dejó de ser un problema, frente al espejo ya no me encolerizo y empiezo a crear funciones de estabilidad atmosférica. Ha caído el último edificio y en tu pelo nadie edificó su casa, siento desilusionarte ahora, pero siempre me pareciste abrumadoramente pésima.

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