Actúo
de manera automática,
obligación tras obligación
hace pasar el tiempo.
Estoy obligada a comer,
obligada a escuchar.
Como y escucho
y no sé cómo interpretar lo que como
ni cómo digerir lo que escucho.
Juzgan, todos juzgan
y yo estoy en medio de la plaza,
con la cabeza tapada
esperando a mi verdugo.
El eco retumba
y no sé de qué es el reflejo,
mil noches se ciernen en torno a mi cuello
y me veo obligada a inspirar opiniones ajenas,
creen totalmente en la veracidad de sus juicios
y yo estoy, otra vez, en medio de la plaza.
El eco rodea mi garganta
y no sé qué es lo que me ahoga.
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