Hace frío todo el rato,
en todas partes se oye mi nombre
y no me identifico con él
porque no hablan de mí.
en todas partes se oye mi nombre
y no me identifico con él
porque no hablan de mí.
¿Quién puede hablar de mí?
Son todo juicios equivocados,
dios, necesitan juzgarme
y yo siento cómo me entierran poco a poco
hasta tener arena por el cuello,
la presión me hace respirar apresuradamente,
se cierne un peso enorme sobre mi pecho.
Entonces cierro los ojos
y escucho más ecos,
todos tan lejanos
que no me rozan,
pero los siento en las costillas
y deseo huir de ahí.
Se intensifica el murmullo
y me tapo los oídos
con las manos temblorosas
hasta encontrar una tregua.
Entonces abro los ojos
y no veo nada,
no hay arena cubriéndome
y no veo a nadie.
Me sacudo por inercia
y vuelvo a casa
escalando dunas.
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