domingo, 20 de abril de 2014

Las armas están descargadas

Te espero
con la ventana abierta,
sin persianas,
sin cortinas,
abierta,
como el corazón partido en dos
dispuesto a ser reparado
o destrozado para siempre.

De noche,
porque los contactos más puros
son a la luz de la luna, pues
sólo ella permite la conexión directa
de las almas sin tabúes
ni estúpidos formalismos diurnos.

Tumbada en la cama,
resignada a
tu inevitable llegada.

Despiértame sólo si es para quedarte,
o al menos,
para intentar quedarte.

Rendida, con miles de armas
bajo la almohada,
te espero,
debes de ser mi redención
o el paso último
para convertirme en un autómata.

Las armas están descargadas,
no tengo ganas de defenderme.

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