Me muerdo las garras,
me arrancan de las manos
armas blancas,
me lanzan proyectiles
encaminados a volarme la cabeza,
me arrastran hacia la escombrera
de los que se rindieron.
No me resisto
ni retraso el traslado.
Me sigo mordiendo las garras
y esquivo objetos lanzados a mi mente.
Recojo proyectiles
y me atrinchero en las ruinas
de los caídos.
Mi ejército son sólo mis ecos,
pero ellos no pueden verlo,
reenvío proyectiles a mis atacantes,
no asaltarán la trinchera,
la soledad armada es mi única aliada,
pero ellos nunca lo sabrán.
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