Son divertidos los primeros contactos
con lo prohibido,
su oscuridad me atrajo
y su intento de instinto suicida
me mantuvo a las puertas
de su reino del mal.
Su imán me arrebató
la razón y mi objetividad
quedó atrapada entre sus tinieblas.
Me adentré cada vez
más profundamente en su inestabilidad
y me encontré sitiada
por seres sedientos de sangre,
y ahora, casi dos años más tarde,
me doy un consejo
que en aquel entonces me hubiera sido útil:
“cuídate de las personas,
pues aunque todas tengan agujero
de entrada, no todas lo tienen de salida”
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