Golpear con puño cerrado al tiempo,
implorando que cese el tic-tac
de las agujas del reloj,
no sé por qué siempre he odiado los relojes,
es como si alguien te empujara
a un abismo,
y la verdad, tengo gusto
por la autodestrucción,
prefiero que no sean
unas manecillas inquisidoras
las que me condenen
a fundirme con la imagen
de la oscuridad
en caída libre.
unas manecillas inquisidoras
las que me condenen
a fundirme con la imagen
de la oscuridad
en caída libre.
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