Me pareció un buen gesto
ignorar mi voz de alarma
y desarmarme ante ti.
Caminaste siempre en horizontal,
recorriendo mi muralla
de arriba abajo
pero sin penetrar en ella,
lamiste cada uno de mis
cubitos de hielo
sin llegar a derretirlos.
Desnudé ante ti
un abrigo de piel.
Podrías haberme matado,
pero todo lo que te di
era demasiado
desalmado para eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario