Me siento a pensar
que se estabiliza el mundo
y amurallo entre cajones sangrientos
mi fortuna y la suerte de otros cuantos,
sólo pienso en explosiones
que liberen mi caos interior,
que lo expanda
o lo desarrolle en el aire.
Preparo kilos de pólvora
mientras me pregunto
qué ocurrirá si la muralla
es demasiado fuerte
y tengo que escuchar durante siglos
el eco de mi propia perdición.
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