Agarrada a
mi inevitable manía
de
convencerme de las cosas
para
atraerlas o no atraerlas,
de provocar
y provocarme,
arrastrando
sensaciones
por el barro
hasta dejar
huella.
Inconsciente
hasta mi
primer trago
se fosiliza
en el barro
la palma de mi
mano
lanzada con
furia
e
indiferencia,
para luego
marcharme,
como
siempre,
porque hoy
es un buen día
para mirar
atrás
y darme
cuenta de que
siempre he
preferido
correr
detrás de lo inalcanzable
antes que
aceptar
que he
dejado mi mano
grabada a
fuego
en barros
ajenos,
y eso es
porque
quizás
no sea capaz
de aceptar
que alguien
pueda quererme
más de lo que lo hago yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario