Bloques de hormigón
se decoran.
Flotan en un espacio negro,
se pintan por fuera,
los labios, los ojos,
la vida.
Bloques de hormigón
fluyen y se estancan,
dibujan puertas
y regalan llaves
a otros bloques.
Pintan lágrimas
y sonrisas.
Onomatopeyas
retumban en el negro vacío.
“¡JA JA JA!”
Las llaves no abren puertas pintadas.
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