domingo, 1 de junio de 2014

Reflejos en acero

Todos bailamos,
la danza de la muerte
es el baile en vida.

Todos bailamos
en una fiesta de disfraces
donde es intrínseca una costumbre sádica,
necesaria con la entrada,
como beberte las copas que incluye
el pase a una discoteca.

Cuchillos en la barra,
todos los invitados
se colocan antifaces
y bailan
y el azar del camino
los sitúa al lado de otras gentes,
de otros casuales fiesteros.

Compartiendo espacio y tiempo,
no creo en las casualidades.

Todos armados, cuchillo en mano,
rajan a su compañero de pista,
nadie ve nunca al otro,
la lejanía o la cercanía
define el corte,
la intensidad,
la fuerza,
ejecuta el golpe.

Y así es la vida,
rajándonos como conejos,
llenándonos de cicatrices,
haciéndonos trozos,
siempre bailando
la macabra danza de la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario