Algo arrítmico se produce
durante la noche,
diría que es el paso normal del tiempo,
sin horarios ni pretensiones,
sin mordaces aspiraciones directas.
Las agujas de la formalidad y del deber
se detienen, el punto muerto
te otorga la libertad con la que puedes
ser realmente moral sin necesidad de
leyes prefijadas o símbolos amenazantes.
Cuando todos desean lavarse las manos
yo me mancho, me unto y me recreo
añadiendo forma a mi ente indefinido,
moldeable sólo por mis manos,
maleable para los que tienen pulso,
y es que son necesarias horas
de entrenamiento indiscreto
en el que renaces
y abandonas la lucha por la supervivencia,
ajeno al valor de cada instante,
imprecisa e involuntaria lucha
la de dejarte fluir creyendo abandonarte,
inyectándote tierra en vena,
como los niños cuando juegan
sin pensar que han de hacerlo.
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