viernes, 27 de junio de 2014

Choca contra las paredes del olvido, rebobinando cuando no encuentra salida. Había nadado catorce kilómetros sólo para encontrarte, pero te fuiste, la extenuación impide que me afecte este hecho. Mutilo mis instintos para no pensar. Mi fuerza de voluntad está perdiendo consistencia y sólo se manifiesta cuando no tengo necesidades. Desde que empecé creí que podría vivir sin todo menos sin sexo y joder, debería estar muerta a estas alturas. Intento trastornar mis necesidades, me despierto de madrugada y sólo así me siento en paz. El día se ha convertido en un paréntesis para malgastar a voluntad propia. He estado pensando y creo que lo que te da felicidad no puede matarte cuando desaparece y lo que te hace infeliz no puede darte felicidad si desapareciera. No he llegado a ninguna conclusión clara porque me estaba durmiendo en horas de estudio, pero mi último pensamiento ha sido que estamos condenados a vivir en un absurdo y que tendríamos que hacer un montón de extravagancias para creer que no somos neutrales ni vulgares. La otra opción es vivir de forma totalmente austera y sencilla. Quizás vaya alterándolas, o acabe así, es bastante posible. El camino del exceso lleva a la sabiduría, ¿no?, y cuando llegas ¿qué haces? Pues tendrás que sentarte y empezar a hacer cosas menos excesivas, ¿habéis visto a un sabio metiéndose speed a las cuatro de la mañana? Pero bueno, luego siempre están los que se quedan a mitad de camino y los que nunca llegan. Es difícil decir en qué punto se encuentra cada persona. ¿Buda era un principiante o un iluminado? El final y el principio son iguales, pero en el camino se encuentra la diferencia. Un vaso puede estar vacío porque nunca ha sido llenado o porque alguien acaba de bebérselo. Es complicado evaluar a un príncipe fugitivo a la orilla de un río. 

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