miércoles, 11 de junio de 2014

Metáfora acuática

Nos hemos conocido flotando
en el mar muerto,
salado por nuestras lágrimas
que se vierten sobre el llanto ajeno,
cubriendo la resignación
de nuestros ancestros.

Hemos chocado a la deriva,
arrastrados
por una fuerza nula
que fosiliza nuestras extremidades
y congela toda posibilidad de huida.

Pero el frío es mental
y uno puede extraer el jugo dulce
de la vida
cuando ha vomitado suficiente agua salada,
cuando ha repudiado los arrastres
y la deshidratación,
la inercia.

Una vez aquí
no sé si nadar a la orilla
o hundirme hasta el fondo,
adentrarme en la oscuridad muerta,
 la base sobre la que flotan
los cadáveres
y coger la arena con mi mano,
guardar en mí un pedazo
de granos inertes
como muestra de desobediencia,
porque hoy no me conformo con
salir a flote,
no por norma, no sin causa.

Si he comprendido
que la capa acuática
es tangible y superable
debo habitar en el fondo.

Seré dueña de mi hundimiento,
cuando se apague la luz
todo será más metafórico
pero más real.

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