domingo, 1 de mayo de 2016

Verbalizar el impulso es someterlo, someterlo para someter a otros del modo más maquiavélico. Has empeorado mucho desde que ya no saltas al cuello de la gente, era incluso un gesto noble, ligeramente infantil, me recordabas tristemente a un niño famélico. Ahora ha aumentado tu hambre pero pretendes mostrarte equilibrado apuntando frases que desde un primer momento garabateas en tu cabeza. Tu cuerpo es un conjunto de túneles interconectados para suplir tus necesidades: cuando tienes sed exprimes tus muslos y flaqueas, cuando tienes sueño bloqueas tus oídos y quedas sordo, sólo tu pitido ancestral te reconecta con el exterior, a él lo adiestraste mordiéndote los brazos. Ahora saludas a todo el mundo a gritos.

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