Esto que parece plástico resulta que es seconal y yo sigo
el sendero azulado hasta su boca, donde se desprende el sonido del mar
materializado en un fluido vasto, viscoso y desgastado. Cae a mis manos como
una pelota lanzada desde los viejos tiempos, donde aún importaban esos
jueguecitos de la verdad aquí es quien gana, el control es máximo, ahora
tenemos juegos de egos. Se derrama sobre mi boca, porque yo la atraigo hacia
ahí, quería probar el sabor el miedo de otros ojos y ahora cambiamos los seres.
Ser sedente que no pide nada, el agua que cae de contrabando sobre nuestros
pies se adjudica a ellos, ¡pues para ellos!
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