Sinestesia. Que la gente hable hasta el silencio resulta tan
lógico como absurdo. Deslizar la lengua hasta darse con que ya no hay más
respuestas, es decir, todo dicho, o intentar moldear el silencio lógicamente
hasta encontrar su explicación. Vertientes. Dices que me meterás el silencio en
la boca y que yo lo trague, para ti, que te quiera así. Esta conocida
compulsión por alimentar mi cuerpo de todo lo nuevo y lo viejo va a llenarme de
todo lo nuevo y lo viejo, como experimento sorpresa, como reconocimiento a un
saludo vulgar cotidiano.
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