lunes, 25 de enero de 2016

Sinestesia. Que la gente hable hasta el silencio resulta tan lógico como absurdo. Deslizar la lengua hasta darse con que ya no hay más respuestas, es decir, todo dicho, o intentar moldear el silencio lógicamente hasta encontrar su explicación. Vertientes. Dices que me meterás el silencio en la boca y que yo lo trague, para ti, que te quiera así. Esta conocida compulsión por alimentar mi cuerpo de todo lo nuevo y lo viejo va a llenarme de todo lo nuevo y lo viejo, como experimento sorpresa, como reconocimiento a un saludo vulgar cotidiano.

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