martes, 26 de abril de 2016

¿Cómo es que no has venido a por mí? ¿Cómo es que me observas como un gigante en reposo? Como tienes las manos heladas te confundí con el frío, pero tampoco existe. Yo te quiero. Yo relato tu vida cuando giras inesperadamente para esconderte detrás de una puerta, donde no puedo dar fe de que existes, pero sí de mi deseo de que existas. Te veo como un recuerdo, como si yo pudiera recordarte porque he sobrevivido todos los siglos. A pesar de eso, me gustaba verte mirar al mundo, aunque lo odiaras, aunque odiaras el trozo de mundo que me correspondía, el cual yo creaba. Aunque me odiaras.

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