¿Cómo es que no has venido a por mí? ¿Cómo es que me
observas como un gigante en reposo? Como tienes las manos heladas te confundí
con el frío, pero tampoco existe. Yo te quiero. Yo relato tu vida cuando giras
inesperadamente para esconderte detrás de una puerta, donde no puedo dar fe de
que existes, pero sí de mi deseo de que existas. Te veo como un recuerdo, como
si yo pudiera recordarte porque he sobrevivido todos los siglos. A pesar de
eso, me gustaba verte mirar al mundo, aunque lo odiaras, aunque odiaras el
trozo de mundo que me correspondía, el cual yo creaba. Aunque me odiaras.
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