lunes, 26 de mayo de 2014

Puños de amoniaco

La fragilidad de una realidad
incierta
es dura, muy dura,
no puede afrontarse sobrio
o consciente,
la solución es fingir
que la mesa que golpeas es real
y meterte profundamente
en el juego,
golpeando sin cesar
antes de dormir,
no durmiendo,
teniendo miedo,
premeditando, planeando
el próximo golpe.

No hay tregua para una mente
encerrada,
como monomaniacos polifacéticos,
irónicos payasos,
andaremos dando golpes,
ensordeciendo el ambiente,
rompiéndonos los nudillos.

Siempre angustiados
por el próximo golpe,
cada vez más sedientos de ruido,
de confirmación de la irrealidad,
porque…
¿qué pasará el día que cese el ruido?

El eco nos devolverá
el absurdo sonido
a nuestros ciegos oídos
y como un flash de amoniaco
nos enviará a un presente frágil,
puro, libre...

¿quién sabe vivir en libertad?

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