sábado, 3 de mayo de 2014

Hogar

Edifica tu hogar sobre un castillo de naipes, siempre huyendo de las certezas porque son condenas sólidas sobre el mundo idealizado del quizás, porque te matan rápido, son como katanas frustradas cortando alas para sentirse menos putas, menos corruptas. Se imponen como palacios construidos con materiales que tú nunca podrías pagar. Deslumbran a los ojos poco acostumbrados a ese tipo de fracasos orgullosos, cobardía en oro. No hay batalla, se da por supuesto la victoria de lo que brilla. Me giro. -¿Qué haces? -Lo que brilla no es siempre lo más brillante -Ja ja. Pelea -No hay necesidad, me voy. Que se desplacen los kilos de corrupción dorada detrás de mi culo si quieren pararme. El fracaso se asienta sólidamente, inamovible, y crea sobre él su vanidad, y la decora con todo tipo de lujos que distraen la atención de lo verdaderamente importante. Está hundido, acabado, estancado. Edifica sobre sus propias ruinas y con ello pretende intimidar a los pequeños intrépidos. -Ja, ja, ja, cada noche me follo a Morfeo. Ven, sígueme! -NO PUEDO! Ni el eco de su propia perdición puede hacer caer el templo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario