El aire viciado de tu respiración contenida
envenenaba mis manos
que se perdían entre laberínticos
suspiros cíclicos que conducían
a la nada,
de espaldas a ti me condenaba,
asesina involuntaria, muerta en vida,
desleal hasta el primer trago
que no vomité y tuve que
pagarlo copa por copa,
hasta llegar a mi cama,
deshabitada y pura,
corrupta hasta la última gota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario