sábado, 31 de enero de 2015

Los reyes de otros espacios vinieron a robar lo que no era suyo, y lo cogieron todo, salieron de la misma forma en la que había entrado, cargados de riquezas y productos rojos, rotos, sangrantes y suplicantes que no pedían realmente nada. Les complacía gritar a ellos, los desgraciados, y a los profusamente majestuosos les complacían sus ostentosas posesiones, en vida jamás ninguno habría profanado ningún templo, pero esto es un limbo en medio de un territorio desértico y poco práctico, no crece nada, no llueve y no se estanca el agua que no existe, ni la podredumbre llama. Pero los estanques se construyen a un ritmo asombroso, es una economía esclavista de alto standing. Las materias de colores rompen a su paso muros y los reyes gritan acompañando a lo que exhibían, son una mezcla inseparable. Nadie necesita diferentes tonos para hacer frente al espectáculo. En una pequeña esfera circular cabe todo el caos del mundo y de ello nace completa e incompletamente un millón de escenarios que se continúan. 

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