Dignificar la sala con sólo reconocer visualmente los
objetos. Estás aquí, eres la proyección del proyecto fallido de huida, me
atraviesas con las sílabas, cortantes, especuladoramente acertadas, diferenciadadamente apáticas.
Remueves la tierra y sacas a los santos a tomar el aire, a desmitificarlos. Si
pudieras diferenciar el mar del mar con sólo la primera mirada serías más
parecido a un rey, aristocráticamente hablando. Diseñas etiquetas, sólo eso,
nada que acompañe al producto primero, que en una situación normal debería ser
el complementario, pero sólo eso. Has estado cerca de toda esa información
efímera que se ha transformado en fuego ahora que ya te importa, y como tal ha
ardido. Es tautológico. Anoréxica imagen de la sombra presentida,
escurridizamente olvidadiza para las mentes ágiles. Has provocado el caos y aún
persiste. Todo abajo, nada arriba. ¿Es el hombre más que un animal y menos que
un Dios? ¿Dónde colocar la piedra angular que articule tu diálogo?
Si yo pudiera decir lo que quiero decir dejaría de tener
sentido todo esto. Si yo pudiera comunicarte, trasladarte, mi corazón a una
mesa y tú pudieras observarlo, todo esto dejaría de tener sentido. Espero que
me odies por la incomprensión y no por ignorancia, por si no es lo mismo. Reanudar
la marcha, como si fuésemos soldados soviéticos en plena guerra, descansados en
el dolor de no tener que temer el estallido del conflicto.
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