domingo, 8 de julio de 2018


Con un gesto voluntario, ojalá saludar la vida
Reconocerla amablemente
Entre tenues colores
Cuando la marea baja, parece siempre algo cíclico
Dejar que moje la arena que el sol seca tantas horas
Que los peces avancen un trozo más grande de mar
Que se sequen las algas, aburridas de permanecer aferradas
Y que las gaviotas busquen entre la muerte algo que llevarse a la boca.
No eres un saqueador, eres un carroñero.
No tienes poder para vivir matando, te nutres en realidad
de lo que yace muerto
pero así no te honra, es tu imposibilidad
no tu voluntad
la que se encarga de esa limpieza terrestre.
No des por buenas acciones lo que supone el límite
de tu perversión.
No te honres demasiado si tus sofocos dan
para volcar una mesa
y dejar la sal segura a un lado.





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