Tantas cosas verdes y nada con lo que mirar las cosas.
Si el silencio es castigo yo soy equiparable a la
muerte, esa que se asoma distraída detrás del miedo y te señala que la noche
tiene fin y epíteto, pero que mientras los ojos rebosen estelas flanqueadas por
hermosos centinelas grises la tristeza y el desencanto estarán custodiadas por
esas bonitas cosas verdes, porque nadie lo dijo antes, pero la belleza que no
se ve también existe, y si pudiéramos opinar de lo desconocido diríamos que es
brillante y perfecta, como el llanto ahogado por las propias lágrimas que
rebosan en un pantano de cuerpos ausentes.
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