miércoles, 4 de febrero de 2015

Sanniasi suicida

No hay hogar sin cadenas.

Ayer desfilaba sigilosa por entre las zarzas
de un lugar deshabitado,
yo pensé que desde mi libertad
de exiliada podría vivir sin amarras,
pero estaba anclada al paisaje
y me alimentaba de sus frutos
convirtiéndome en un ser espinoso
y áspero.

Yo repudié el contacto,
más que apenas un temporal encuentro
pasajero y esporádico,
yo sentía todos los colores
en dimensiones
demasiado alejadas como para
nutrirme de ellos.

Una noche desperté rodeada
de armas, inútiles, por supuesto,
pues no había
atacante ni nada que defender
en mi tierra,
y al separarme horrorizada
no supe desprenderme de ellas,
pues me cubrían los ojos y la boca.

Empecé a dejar de alimentarme,
fue una guerra declarada
contra mí, que es lo que me envuelve
y contra lo que me envuelve,
que soy yo.

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